En Ecuador, el presidente Rafael Correa ordenó “depurar a la Policía”, tras la rebelión que intentó derrocar al Gobierno por la eliminación de privilegios económicos.

La revuelta del jueves provocó trece muertos y dejó más de doscientos heridos.

La mayoría de las víctimas fatales se produjeron en Guayaquil, donde hubo innumerables saqueos.

Las pérdidas monetarias por el caos fueron estimadas en veintidós millones de dólares.

Todas las pistas apuntan a que la rebelión estuvo liderada por personas vinculadas al ex mandatario Lucio Gutiérrez, vivado por los policías que secuestraron durante más de medio día al jefe de Estado.