El noreste de Japón fue devastado por un violento terremoto seguido por un tsunami y por dieciocho réplicas.

El sismo, de 8,9 grados en la escala de Richter, generó un maremoto con olas de hasta diez metros de altura.

Golpeó, sobre todo, la ciudad portuaria de Sendai, arrojó barcos contra la costa, arrasó edificios, inundó barrios, cortó la electricidad y arrastró hacia el mar a numerosos automóviles.

También ocasionó deslizamientos de tierra que sepultaron a muchas personas. Hizo tambalear numerosos edificios y derrumbó techos en Tokio y otras ciudades.

El epicentro del sismo se ubicó trescientos setenta y tres kilómetros al noreste de Tokio, a una profundidad de veinticuatro kilómetros.

Diecinueve países con costas sobre el Océano Pacífico, incluso en América, están en alerta de tsunami y los sismólogos advierten que pueden llegar olas gigantes.

En la advertencia fueron incluidos Filipinas, Rusia, Australia, Taiwán, Indonesia, Hawai, la Polinesia y países del oeste americano como Estados Unidos, México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y toda la costa de Centroamérica.

En Chile, el presidente Sebastián Piñera anunció a la población que “el país ya está en alerta” ante la inminente llegada de un terremoto seguido de tsunami.

Las olas gigantes avanzaban este viernes desde Japón por el Pacífico.

Por Continental, el director del Instituto de Sismografía Argentino puntualizó que, “en las próximas horas, el tsunami ya afectará a Hawai y en veinticuatro horas llegará a las costas del Pacífico Sur”.

Explicó Mario Araujo que “las réplicas para un sismo de esta magnitud pueden durar dos años”.

“Todavía estamos esperando una réplica del terremoto de Chile del año pasado”, ejemplificó en Magdalena Tempranísimo.

En tanto, se incendiaba este viernes la central nuclear de Onagawa, en la zona de Miyagi.

No se descartaba un escape radiactivo.

En forma preventiva, dejaron de funcionar otras cuatro centrales nucleares.