Mineros atrapados: un prestigioso documentalista de la BBC narra la vida cotidiana 700 metros bajo tierra
La Mañana / El británico William Hicklin remarcó que “hay un calor permanente de 40 grados, con humedad del 100%. Como se dieron cuenta de que iba a tardar mucho el rescate, comieron 2 cucharadas de atún cada 48 horas durante los 17 primeros días”, relató.
El prestigioso documentalista británico William Hicklin estuvo en la mina San José de Copiapó, en Chile, donde permanecen atrapados treinta y tres trabajadores.
Por Continental, relató que, con su equipo de la BBC, estuvo acampando con los familiares y notó una gran variación en el estado de ánimo de las esposas de los mineros, al vaivén de los avatares técnicos de las tareas de rescate.
“Hay un gran movimiento de periodistas, el ‘circo’ de la prensa, mientras siete cuadras bajo tierra están treinta y tres personas esperando. Eso me llamó la atención”, consignó en La Mañana.
“No sólo está el desafío del rescate, sino también el de pasar los alimentos, camas de tela con estructura de caños de aluminio; arreglaron un sistema de luz de bajo voltaje para que puedan tener luz abajo, porque antes estaban en la oscuridad total, menos las linternas de los cascos. Ahora están tratando de implementar un régimen de luz de día-noche”, puntualizó.
Asimismo, remarcó que “es muy duro para ellos el tema del calor y de la humedad. Hay un calor permanente de 40 grados, con humedad del 100 por ciento. Están tratando de hacerles unas carpas donde les llegue aire fresco para que puedan descansar”.
“Se salvaron (del derrumbe) porque estaban a la hora del almuerzo. Quedaron en un lugar de veinte por veinte metros donde tenían comida para dos o tres días. Como se dieron cuenta de que iba a tardar mucho el rescate, comieron dos cucharadas de atún cada cuarenta y ocho horas durante los diecisiete primeros días”, relató, y añadió que, por una feliz casualidad, en el sitio también “tenían agua a disposición” en el mismo lugar.
Debido a la baja cantidad de alimentos ingeridos en las primeras dos semanas y media, explicó, “sus cuerpos estaban muy débiles y, si arrancaban comiendo normalmente, no iban a resistirlo por falta de fosfato. Por lo que los rescatistas manejaron paulatinamente la cantidad de alimentación que les empezaban a enviar”, concluyó Hicklin.