El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, en el poder desde hace 30 años, aseguró este martes que no está dispuesto a renunciar al gobierno, tal como se lo reclamaba una masiva manifestación en El Cairo, pero aseguró que no se presentará para un nuevo mandato en las elecciones de septiembre.

En un mensaje televisado, el mandatario árabe dijo que su trabajo y su “obra al servicio de la Patria” ya se cumplieron y afirmó que en los meses que le restan de mandato asegurará las medidas para una “transición pacífica del poder dentro de la Constitución”.

Mubarak descartó que piense partir al exilio y reiteró que instruyó a su flamante vicepresidente, el general Omar Suleiman, que inicie el diálogo con todas las fuerzas políticas. “Los acontecimientos de estos días demandan de nosotros que elijamos entre el caos y la estabilidad”, remarcó.

Este martes, una masiva concentración en la emblemática plaza el Tahrir, de El Cairo, volvió a reclamar la renuncia del presidente y un cambio.

La revuelta popular que comenzó hace ya una semana se cobró la vida de al menos 300 personas y miles resultaron heridas.

Tras el discurso de Mubarak, el premio Nobel de la Paz y líder de la oposición Mohamed El Baradei reiteró que el deseo del pueblo es que el presidente egipcio renuncie “pero, como siempre, no escucha a su pueblo”.

Además, consideró que “no habrá ningún vacío de poder si Mubarak se va”.

El director del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata, Norberto Consani, resaltó que “todo este tsunami político pude abarcar –además- el mundo periférico”.

“Acá hay un problema demográfico; la mayoría de la población son jóvenes alejados de la esfera política”, prosiguió.

“Esto es una caricatura de democracia: la transición que dice poner Mubarak la está haciendo el ejército egipcio con el apoyo de Estados Unidos que no quiere que se caiga en un régimen como el de Irán”, remarcó Cosani.

“Egipto, después de Israel, es un país clave en el juego geopolítico internacional y la cuna de lo que hoy es el fundamentalismo islámico”, agregó el docente.

La historia de hoy. “Esto es un cambio profundo, enorme. Se trata de un fenómeno estructural, no coyuntural. Estos regímenes fueron un neocolonialismo. Para las grandes fortunas de estos dictadores, que envían a su familia a otros lugares, la democracia es una máscara”, subrayó.