Dicen que el 4 de noviembre de 1922, un niño egipcio se encontraba en en una excavación arqueológica cuando  tropezó accidentalmente con una piedra que resultó ser la parte superior de un tramo de escalones excavados en el lecho de roca caliza.

Las escaleras conducían a uno de los descubrimientos arqueológicos más espectaculares de la historia y al único conjunto funerario casi intacto de un faraón: la tumba de Tutankamón.