Un estudio genético innovador que une arqueogenética y arquelingüística ha esclarecido el origen de las lenguas celtas, proponiendo que su expansión se produjo desde Europa Central durante la Edad del Bronce y del Hierro, vinculada a las culturas de los Campos de Urnas, Hallstatt y La Tène. Las teorías predominantes relacionaban las lenguas celtas con la célebre ‘cultura del vaso campaniforme’.