El pasado domingo, en el norte de Brasil, donde el colapso del puente Juscelino Kubitschek de Oliveira, que se extiende sobre el río Tocantins, causó la muerte de una persona y dejó a otras dos en condición de desaparecidas. Este puente, que conecta las ciudades de Estreito, en el estado de Maranhão, y Aguiarnópolis, en Tocantins, se desplomó justo cuando un concejal se encontraba en el lugar documentando el deterioro de la estructura. 

El gobernador de Maranhão, Carlos Brandão, fue quien confirmó la fatalidad y el rescate de una persona, así como la situación de los desaparecidos. Elias Junior, el concejal involucrado, estaba realizando un video en vivo a las 14:50 horas, en el que denunciaba las grietas visibles en la infraestructura del puente. En ese preciso instante, el asfalto de la carretera que conecta ambas orillas se fracturó, revelando una quebradura considerable. 

En cuestión de segundos, una parte significativa de la estructura se precipitó al agua desde una altura aproximada de 50 metros, arrastrando consigo varios vehículos, tanto autos como motos. La caída del puente, que abarca un total de 533 metros, ha suscitado una serie de reacciones en la comunidad local y más allá, en relación al estado de las infraestructuras viales en Brasil. 

A raíz de este incidente, las autoridades se han visto obligadas a reflexionar sobre la seguridad de las estructuras existentes y la necesidad de una intervención más rigurosa en el mantenimiento de las mismas.