En la investigación del asesinato de Candela Rodríguez, un testigo que dio datos identificado como “Pedro” denunció que a su declaración le “agregaron cosas” que nunca expresó. Negó que haya afirmado que escuchó “rasguños en paredes y pasos en una escalera” de una vivienda, donde habría estado secuestrada la niña antes de ser asesinada. “Hay una foja que está dando vueltas sin la firma de nosotros. En ningún momento dijimos que había rasguños”, objetó el vecino a la casa de Charrúas al 1.000 de Villa Tesei. 

Por su parte, el carpintero Ramón Altamirano pidió declarar ante la Justicia para “decir la verdad” porque “es inocente", señaló su abogado defensor, Matías Morla. El letrado aseveró que el testigo de identidad reservada “miente” en lo que dijo sobre su cliente y la esposa, Nélida Altamirano, en relación al crimen de Candela, y consideró que son “perejiles” en la causa. “Altamirano es un carpintero que le hicieron hacer un cerco (de la casa donde se sospecha que estuvo secuestrada la niña) y no sabe más nada”, concluyó Morla.

Finalmente, Carola Labrador, madre de la nena, no reconoció como de su hija un abrigo secuestrado en la casa de Hugo Bermúdez Rodríguez, detenido como presunto autor material del crimen. La mujer llegó pasadas las 11 al Comité de Operaciones y se reunió de inmediato con el segundo jefe de la policía bonaerense, Hugo Matzkin, y con el fiscal Tavolaro. Tras permanecer media hora, la madre de Candela se retiró del lugar acompañada por otra mujer a bordo de un automóvil Fiat Siena gris sin hacer declaraciones.