A la guerra contra la inflación, con piedras y palos
El presidente anunció ayer medidas de bajo impacto, después de haber realizado un anuncio rimbombante plagado de expectativas.
El presidente Alberto Fernández había despertado una enorme expectativa, había anunciado en medio de exclamaciones discursivas, que ayer empezaba la guerra contra la inflación. Pero lo que hizo fue tirar un canto rodado, de lejos, y sin fuerza.
La vida política argentina estuvo plagada de subas y bajas económicas, padecimientos, inflación, deuda, al menos, desde que la dictadura genocida, además de profundas heridas sociales, dejó una enorme deuda externa.
El gobierno democrático de Raúl Alfonsín trató de salir del paso durante los primeros dos años y no pudo, y entonces, hizo algo: elaboró un plan económico integral. Alfonsín lo anunció con un discurso en Parque Norte, y anunció la "economía de guerra" (curioso parecido con la frase de Alberto).
El Plan Austral, desarrollado por el ministro Juan Vital Sourruille, tuvo sus bondades y sus defectos, pero resultó dos años. Durante 24 meses, la economía argentina se estabilizó. Diversos factores hicieron que luego, se fuese en picada y concluyese en la hiper inflación de los últimos meses del presidente radical.
Su sucesor Carlos Menem, heredó esa hiper y no pudo controlarla por casi dos años, hasta que, luego de cambiar varios ministros designó a Domingo Cavallo y lanzó el Plan de Convertibilidad. Paró la inflación varios años, cerca de 10 años para ser mas precisos. Es cierto, generó otros problemas, graves ellos y no se supo salir a tiempo del sistema, por lo que volvió a explotar.
Se haría muy larga la enumeración, pero la presidencia provisional de Eduardo Duhalde también ejecutó un plan integral y su sucesor Néstor Kirchner, lo hizo también. Todos ellos, a la larga fracasaron, pero existieron. Fueron intentos serios y sistemáticos para abordar los problemas endémicos de la economía argentina.
Lo que anunció ayer el presidente resultó ser muy puntual, muy de bajo vuelo y corto alcance. Incluso si el fideicomiso para controlar el precio del trigo resultase, que el pan aumente menos ¿cuanto va a bajar la inflación? ¿Como va a evitar que la lechuga crezca 70% en un mes?.
El incremento de las retenciones a las exportaciones de aceite de soja y la harina, ¿bastan para que no se desboque el índice de precios al consumidor? El control de precios desde ya, no sirve para nada.
Alberto Fernández no dio otro indicio, alguna pista, de tener otra idea, una original o diferente o trabajada o integral, de como combatir la inflación. Se va a reunir con empresarios y trabajadores dijo. Sí, son cosas que debería hacer todo presidente casi todas las semanas, pero no es un dato como para sostener que se ha lanzado una guerra contra nada.
La utilización del recurso retórico para manejar malos escenarios en política, es válida. Pero tiene el límite de todo recurso: su mal uso. Cuando se genera una descomunal expectativa que luego vamos a estar a un distancia sideral de poder cumplir, es preferible moderarse.
Las medidas que el presidente anunció ayer, no son una guerra, ni siquiera son un plan, son tres malas ideas sueltas con resultado cantado, o sin resultado mejor dicho. Hay que manejar la sobreexitación presidencial, para poder estar a la altura de las expectativas que el mismo genera.