Calígula, un loco suelto en Roma
La historia del emperador más depravado del imperio.
El 31 de agosto del año 12 después de Cristo, nació en Anzio, una localidad ubicada a 53 kilómetros al sur de Roma, Cayo Julio César Augusto Germánico, o simplemente Cayo César, o simplemente Calígula.
Calígula está instalado en la historia como el emperador más demente y depravado del imperio, y aunque esto sea verdad, hay explicaciones para dar.
Pero presentémoslo en sociedad: hijo del gran Germánico, uno de los más extraordinarios generales del imperio romano, y de Agripina.
Tenía tres hermanas, piezas fundamentales del rompecabezas: una llevaba el nombre de su madre (Agripina), y las otras Livila y Drusila.
Calígula fue el tercer emperador de Roma, después de Augusto y de Tiberio.
Y ahí nos quedamos, con el viejo Tiberio.
Tiberio era tremendo y con el paso de los años se volvió mucho peor. Aunque no estuvo debidamente probado, se cree (y Calígula lo creyó) que fue el emperador quien mandó envenenar a Germánico, porque era un rival fuerte en la política de la ciudad.
Calígula se fue a vivir a Roma con su madre hasta que Tiberio mandó a Agripina al destierro. El viejo se encargó de quitarle toda la familia a Calígula, lo unió a su séquito y se lo llevó a la isla de Capri. Allí convivieron 6 años, en los que el joven Calígula se mostró apto para todo servicio.
Y Tiberio entró en el juego. Lo empezó a querer. En el año 35 Tiberio estableció en su testamento que su nieto Gemelo y Calígula debían ser sus sucesores.
El 16 de marzo del 37, Tiberio murió. Hay tres vertientes contrapuestas sobre ese deceso, una de ellas lo muestran asfixiado a manos del propio Calígula.
Con el cadáver tibio de Tiberio, Calígula fue nombrado de inmediato emperador, porque muy velozmente sus secuaces anularon el testamento de Tiberio por insania.
El 28 de marzo del 37, doce días después de haber asesinado al emperador, Calígula entró en Roma y fue recibido por una multitud al grito de “nuestro niño”. El pueblo amaba a Germánico y Calígula era visto con ese beneficio que le había dejado su padre.
El inicio de Calígula como emperador de Roma fue genial. Concedió recompensas a las tropas urbanas y a la guardia pretoriana, empezó de cero con las cuestiones políticas archivando los males del pasado, ayudó a los afectados por el sistema de impuestos, celebró espectáculos y combates de gladiadores. Se ganó el apoyo total.
Los encuestadores de imagen le hubieran dado un 90% positiva.
Calígula lo tenía todo, menos el amor verdadero y un hijo varón.
Es historia conocida que mantenía relaciones sexuales con sus tres hermanas, pero amaba profundamente a una de ellas: Drusila.
Y no poder oficializar su amor con ella, lo enfermó.
Estuvo un tiempo mal, se recuperó e hizo un clic.
Comenzó a profundizar sus extravagancias y a ampliar sus rasgos de demencia. Y a endiosarse.
En el 39, la crisis económica atronó sobre Roma. No daban las cuentas, entonces estableció nuevos impuestos.
Y repetimos, se creyó Dios. Empezó a aparecer en los eventos vestido como Hércules, como Mercurio, como Apolo y hasta se vistió de Venus.
Encaraba a sus súbditos y les preguntaba: “No ven cómo brilla mi cuerpo hoy?”.
“Mi carne despide claridad, como la de los Dioses”.
Esa demencia lo llevó a insistir con instalar una estatua suya en el templo de Jerusalén, cosa que no iba a ser tolerada por los discípulos de Jesucristo, con Pedro a la cabeza.
En una acción mitad irónica y mitad delirante, quiso nombrar cónsul a su caballo Incitatus.
Y, además, se comparaba con Alejandro Magno.
Un día se encontró con su caballo y gritó: “Oh, es Bucéfalo. Ha reconocido al nuevo Alejandro”.
Y sostenía, ante la mirada atónita de los que lo escuchaban, que su madre había sido fecundada por una serpiente divina, al igual que la de Alejandro.
CALÍGULA Y SUS HERMANAS
Calígula intentó procrear un hijo varón teniendo relaciones durante un tiempo regular con Agripina, sin éxito. Agripina tendría más adelante un hijo, al que cuidó y preparó para ser emperador. Y vaya si lo fue. Ya volveremos sobre eso.
Y también tuvo relaciones con Livila.
Pero su perdición era Drusila.
Él amaba a Drusila y se quería casar con ella, pero eso era imposible porque en la sociedad romana era tabú el incesto y estaba muy mal visto.
Drusila también lo amaba, pero enfermó y pronto murió. Algunos historiadores sostienen que murió embarazada de Calígula.
La muerte de Drusila lo desquició definitivamente.
Lo convirtió en un gobernante despiadado, sin control, al que nada le importaba demasiado.
Proclamó diosa a Drusila, como Venus o como Juno. Nadie había llegado tan lejos.
Cualquier mujer que hiciera un juramento debía hacerlo por la divina Drusila.
El tema de su sucesor también lo afligía.
Un tiempo después se casó con una mujer que ya estaba embarazada de otro hombre. Se llamaba Cesonia y dos meses después tuvo una hija.
EL COMPLOT DE LAS TRES DAGAS
Las hermanas Livila y Agripina y Marco Antonio Lépido, el esposo de Drusila que el propio Calígula había elegido bajo la amenaza de “ni se te ocurra tocarla”, se dieron cuenta de que la situación iba a terminar mal para todos y quisieron cortar por lo sano: asesinar a Calígula.
Planearon atacarlo cada uno con una daga y matarlo en algún pasillo. Pero Calígula zafó y luego impuso los castigos: sus hermanas al exilio, Lépido a la muerte.
Esto incrementó su paranoia. Ejecutaba a amigos y enemigos por igual, estaba desquiciado.
Para ganarse el favor que ya había perdido con el pueblo, ideó una conquista de las islas británicas y regresó a Roma desfilando con una hipotética fila de prisioneros de guerra, que no eran otros que algunos de sus soldados disfrazados.
Finalmente, la sangre llegó al río.
Lo convencieron a su guardia personal, llamado Casio, de que esto debía terminar.
Y en medio de una emboscada, Calígula pidió la protección de Casio, pero éste le ensartó su espada y lo mató, ante la vista de su tío Claudio, que minutos después era coronado como nuevo emperador de Roma, cargo que ocupó 13 años, hasta que Agripina, la hermana de Calígula, urdió su asesinato para darle paso por fin a su hijo, quien sería el quinto emperador de Roma: Nerón.
Calígula fue un depravado y un demente, tal vez de lo peor que pueda exhibir la historia de Roma.
Aunque algunos historiadores y pensadores, siglos después, se apoyaron en una historia familiar trágica para compadecerse un poco de su figura, finalmente.
Después de esta intensa vida digamos que Calígula fue asesinado el 24 de enero del año 41. A los 28 años de edad.
Su nombre ha trascendido los tiempos, ya es casi un adjetivo calificativo. Calificativo de lo malo.
Fue el hombre más poderoso del mundo y se creyó Dios.
Enamorado de su hermana, con un caballo como mejor amigo y creador de los disparates más absurdos y peligrosos.
Un verdadero loco de atar.