La Plata: La mayoría de los fallecidos eran jubilados
Lo subrayó Eugenio Semino, ombudsman de la Tercera Edad, quien consideró que "tenemos una clase política necrofílica, que cuenta los muertos que su misma inacción produce".
Treinta y cinco de las cincuenta y una víctimas fatales confirmadas por la inundación en La Plata son mayores de 65 años, señaló por Continental Eugenio Semino, ombudsman de la Tercera Edad.
“Casi todos ellos murieron ahogados en sus domicilios por sus dificultades de movilidad”, explicó en Magdalena Tempranísimo. Para Semino, “tenemos una clase política necrofílica, que cuenta los muertos que su misma inacción produce”.
Los decesos producidos durante la tragedia climática arrojan un patrón. Todas las víctimas tenían entre 20 y 96 años, según comunicó ayer a la tarde el ministro de Seguridad bonaerense, Ricardo Casal. Del total de 51 muertos, 28 de ellos eran mayores de 70 años, mientras que 43 superaban los 50 años.
La situación expone la vulnerabilidad de este grupo etario en situaciones de emergencia climática. Las personas fallecidas no supieron cómo reaccionar, siendo varios de ellos discapacitados o con movilidad reducida. En el saldo trágico, se contó a una abuela de Plaza de Mayo, Luciana Ahumada de Inama, quien fue hallada sin vida en su casa bajo 1,70 m de agua. Otra mujer mayor pemaneció con su andador hasta que terminó ahogándose en el comedor de su casa, según el rastreo realizado en los 5.940 domicilios por personal de Seguridad. En Villa Elvira, un hombre de 64 años intentó cruzar la calle, procurándose asistencia. Contaba con una renguera y falleció en el intento.
"No estamos preparados para catástrofes", señaló hoy el doctor Máximo Ravenna, explicó que probablemente las personas de tercera edad sufrieron una situación de distress, que es el miedo por la falta de preparación para una acción externa. "Es cuando la acción externa genera una parálisis, una situación de defensas muy bajas. Cuando hay ignorancia respecto de la situación que se viene, obviamente el nivel de angustia y de susto es inmenso, y esto genera una actitud probablemente opuesta a lo que sería la resiliencia, que es agudizar el ingenio".
"La gente de la tercera edad fue la más asustada", indicó, y agregó: "La disminución del estado de atención es normal en una persona mayor. Hay posibilidades de que esté más entregada (a la muerte), no va a estar a la defensiva de su propia vida".
La mayoría de los fallecidos murieron ahogados, arrastrados por la corriente o succionados por las bocas de tormenta. Otros dieron la vida en su afán de ayudar a sus seres queridos y vecinos.
También hubo circunstancias donde la fatalidad brotó como un golpe del destino. Un hombre falleció ante la imprudencia de empujar su auto para que no sea afectado por la corriente. Concluyó muerto debajo del vehículo. Otro episodio sucedió con otro automóvil, cuando otra víctima se vio arrastrada en un declive. La marcha se detuvo contra un árbol y, en una situación desesperante, falleció allí una vez que lo tapó el agua.