Las niñas rumanas traficadas como esclavas sexuales en Reino Unido
Jean Mackenzie, periodista de la BBC, viajó a Rumania para entender cómo acaban estas niñas en el negocio del tráfico y la prostitución.
"Las reclutan en los patios de las escuelas", le explica a la BBC Iana Matei, quien dirige el único refugio del Reino Unido para niñas que han sido víctimas del tráfico sexual. El año pasado, en Rumania, se registaron 429 víctimas de tráfico sexual, según fuentes del gobierno. La mitad eran niñas.
"Los reclutadores van a los patios de las escuelas y les dicen: "Eres hermosa, inteligente, quiero casarme contigo. Y ellas quieren creerlo. Les lavan el cerebro", explica la especialista.Es lo que se conoce como la táctica del lover boy (joven amante): las convencen de que están enamorados de ellas, que quieren un futuro juntos y al poco tiempo las inician en el camino de las drogas, el alcohol y la prostitución.
"Tengo aquí una niña Daniella, de 13 años que está desperada por volver junto a su 'amante' de 52 años", cuenta Matei. "Cuando se escapa, le dice a la policía que se quiere ir con él. 'Lo amo', les dice", completa.
"Si el amante le dice te quiero y al día siguiente le pega para que vaya a trabajar a la calle, ¿qué importa? Les han pegado tantas veces, las han humillado tanto. Han pasado por todo lo que se te pueda ocurrir, pero nunca se encontraron con un 'te quiero'", señala Matei.
Destaca que las niñas reclutadas son cada vez más jóvenes, de 12 o incluso 10 años. Cuando llegan a Reino Unido, con 18, explica, "esa es a única vida que conocen".
A Elena, sus traficantes en Reino Unido la abandonaron cuando la dieron por muerta, después de que sufriera una hemorragia y no parara de sangrar. Cuando la policía la encontró en una departamento en el condado de West Midlands, en el centro-oeste del país, la trasladaron inmediatamente al hospital.
Los médicos creen que no le quedaban más de 48 horas de vida. La habían golpeado, cortado, estaba desnutrida, con quemaduras. Ahora, recuperada, cuenta que no tuvo otra opción que aceptar ser traficada. El traficante la "amenazó con lastimar a mi hijo y matar a mi madre", contó la joven, que tuvo que abandonar a su niño de un año.
Al llegar, dice, la ubicaron en una casa con otras jóvenes. "Éramos tres chicas. Tenía que acostarme con varios hombres todos los días. Eran entre 10 y 20. A veces ganaba unos US$1.300 y le entregaba todo el dinero", a los delincuentes.
A Elena, al igual que a muchas otras jóvenes, la obligaban a ofrecer sus servicios en internet, en páginas que son legales. La búsqueda de clientes se hace a través de internet y a la policía le resulta muy difícil encontrar a las jóvenes.
"(Esta actividad) se trasladó de los burdeles a internet" le explica a la BBC Colin Ward, inspector de la Policía del Gran Mánchester, un condado del noroeste de Inglaterra. "Ahora están un casa normal, en una calle cualquiera".
Como no tienen que salir a las calles a por clientes, para la policía es mucho más difícil identificarlas. "No sabemos a dónde ir a buscarlas", añade Ward, quien asegura que el negocio del tráfico sexual en Reino Unido es boyante y que no tienen clara su verdadera dimensión.
Casi la totalidad de las jóvenes rumanas no se muestran dispuestas a tomar la ayuda que les ofrece la policía británica. Ward cree que eso se debe probalemente a la experiencia que tienen con la policía en su propio país.
"Trabajo en esto desde hace 14 años, y probablemente puedo contar con los dedos de una mano cuántas dijeron sí, soy víctima, necesito ayuda. Simplemente no ocurre", cuenta. En parte se debe a que el trabajo de los traficantes con las niñas comienzan en muchos casos cuando estas apenas tienen 10 años, por eso muchas no se dan cuenta de que están siendo explotadas.
Pero sobre todo es la la falta de acción de la policía rumana lo que genera en ellas una desconfianza profunda, como pudo comprobar la periodista de la BBC Jean Mackenzie cuando conversó con los padres de Andrea, una niña traficada no una sino dos veces.
"Cuando fui a la policía me dijeron que no había nada que pudiesen hacer, que no tenían personal para buscarla", recuerda su madre. Fue ella la que acabó rescatando a su propia hija haciendose pasar por un traficante de drogas y llegando a un acuerdo con el hombre que la retenía.
La policía le dijo a la BBC que investigó el caso de Andrea y lo derivó a una unidad especializada. No obstante, no es la única historia en que los padres reportan que la policía hace la vista gorda.