La entrega del vehículo se fue demorando días, semanas y meses. Ante la consulta de la propietaria, el dueño del taller explicaba que la avería era más grave de lo que pensaba y que necesitaba una reconstrucción completa del motor. Además, le señalaba a la doctora que él ya tenía derechos legales sobre el vehículo y que, además, ella le de debía dinero extra en concepto de “costes de almacenamiento”.