El presidente polaco, Bronislaw Komorowski, encabezó hoy la conmemoración del sexagésimo séptimo aniversario del alzamiento de Varsovia contra la ocupación nazi, una auténtica batalla urbana de dos meses que dejó unos 200.000 muertos y una ciudad arrasada, con la tácita complicidad de Stalin, quien frenó o desvió el espectacular avance del Ejército Rojo para desgastar una posterior defensa polaca de su independencia. 
 
"Varsovia y su insurrección son símbolos de la batalla por la libertad y por el Estado polaco moderno", resaltó Komorowski ante la tumba del Soldado Desconocido, donde depositó una corona de flores en recuerdo de los fallecidos. "Hoy, décadas después de la sublevación, el patriotismo se vive de manera diferente, y a menudo consiste en el trabajo por el bien social y nacional, con una contribución que cada uno de nosotros puede hacer para alcanzar un futuro mejor, una Polonia moderna y una Europa unida", resaltó.

El levantamiento de Varsovia fue la operación armada más grande de los movimientos de resistencia en toda la Europa ocupada por los nazis. La operación terminó después de 63 días de fuertes combates, con el terrorífico saldo de cientos de miles de fallecidos y una ciudad arrasada.