¿La libertad tiene un rey?
Javier Milei, preferido de muchos jóvenes por su supuestas ideas libertarias, se proclama rey de la libertad, una contradicción en si misma.
Insulta a los rivales, se proclama rey ¿quien es, que piensa, adonde quiere llegar Javier Milei? El máximo exponente de los libertarios, la nueva versión del anarquismo, entra a su acto de cierre de campaña, al ritmo de un tema musical que lo enarbola en la cima.
La libertad no tiene reyes, la realeza es símbolo de sumisión y obediencia no de libertad. Los libertarios desconfían y reniegan de los gobiernos, es más, del propio Estado. Milei mismo lo replica en algunas de sus presentaciones mas serias cuando pretende la inexistencia de un Banco Central, por ejemplo.
Pero a la hora acercarse al poder, busca reinar. Los jóvenes que lo vivan buscan ser libres pero cuando el personaje se entroniza, lo vivan. La confusión es casi desopilante. Vale más la pena concluir que el voto a Milei es como una puteada, o como en alguna época se usó, meter una feta de salame en el sobre, es ira, protesta, rechazo.
Los Milei son creaciones de una clase política oligocrática y corrupta y en eso tiene razón el economista de curioso jopo, lo que el llama "la casta" política, es un politburó al estilo soviético, no por ideología, sino por su estilo cerrado y endogámico que a fuerza de fracasar y mantener sus privilegios, tiende a generar estos fenómenos grotescos.
Porque no hay válvula de escape y cuando los jóvenes que quieren crecer, mejorar, tener una expectativa, no alcanzan a irse al exterior, buscan la esperanza en el reyezuelo de la libertad.
No mensuran que esa casta que Milei rechaza, es la que quiere integrar. Cuando el economista entre al Congreso pasará a formar parte de "la casta" a gozar de sus privilegios y prebendas y no volverá a cederlos, serán sus derechos adquiridos. Formará una corte de nuevos privilegiados que lo rodeen y cobren de tus impuestos, esos que Milei quiere que desaparezcan.
La ruptura del sistema no se produce votando candidatos a reyes sino participando abrumadoramente para violentar el sistema desde adentro. El libertario que quiere un líder o peor, un rey, no es un libertario es un confundido.