Análisis. Ley de góndolas: una jugada más en la batalla contra la inflación
La norma modificará los pasillos de las grandes cadenas e impactará en el consumo. La propuesta se suma a las existentes para contener la suba de precios. Por Agustina Devincenzi
La inflación no da tregua. Este jueves, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) informó que el alza de precios en abril fue del 4,1% interanual y acumuló una suba del 46,3% en el último año.
Las estimaciones de consultoras privadas estiman que 2021 concluiría muy por encima de las previsión del 29% del ministro de Economía, Martín Guzmán. Los analistas anticipan que mayo se ubicaría por arriba del 3% y el año terminaría con un incremento de entre el 40% y el 50%.
A su vez, en un contexto de caída del poder adquisitivo, el consumo masivo no despega. Las ventas en el mercado interno se contrajeron un 9,1% en abril, en relación al mismo mes de 2020, y ya suman 12 meses consecutivos de desplome, según un informe de Scentia.
En este escenario de bolsillos flacos, el Gobierno lanza este fin de semana una nueva apuesta, con el objetivo de reavivar el apetito de los consumidores. Desde este sábado, rige la Ley de Góndolas, que cambiará rotundamente el aspecto de los pasillos de las principales cadenas de hipermercados, con cartelería “clara” y “transparente” de los precios.
La intención de esta jugada es facilitar la comparación de y ayudar a la población a encontrar los productos más económicos. Es que ahora los súper con locales con una superficie de más de 800 metros cuadrados y tiendas online tendrán la obligación de exponer los valores más bajos de los artículos de cada categoría. La señalización deberá estar visible y deberá indicar el valor de lista por unidad de medida, sea litro o gramo, más barato.
Incluirá a 43 rubros, entre ellos, alimentos, productos de higiene personal y artículos de limpieza. Otro de los objetivos es evitar prácticas monopólicas. Cada categoría deberá ofrecer un mínimo de cinco proveedores y ninguno podrá ocupar un espacio en la estantería superior al 30%. Del 70% restante, un 30% deberá ser reservado para pymes y organizaciones de la economía popular.
Con esto, se intenta abrir el juego para que haya más diversidad de players en la industria y más disponibilidad de opciones en góndola. En paralelo, el Gobierno empezará a controlar el cumplimiento de la norma. A quienes la infrinjan se les aplicará las multas correspondientes, en línea con las sanciones establecidas en la Ley de Abastecimiento.
Durante el tiempo de adaptación antes de la entrada en vigencia, los supermercados se encontraron con trabas. Según explicaron, la mayor dificultad radica en encontrar variedad de proveedores, especialmente, en categorías donde el mercado se concentra en unos pocos jugadores.
Además, existen estándares de calidad y requisitos legales e impositivos que deben cumplir quienes quieren convertirse en proveedores. Anticipan que podría haber faltantes de las marcas más populares, ya que al tener menos espacio en las góndolas, podrían agotarse más rápido, sin una adecuada reposición. Ante este marco normativo, muchos proveedores prefieren dejar de lado su posible ingreso a las grandes cadenas y mantener sus vínculos comerciales con los almacenes y los súper asiáticos donde, por ahora, los controles no llegan o, en todo caso, resultan más flexibles.
El gran interrogante es si la iniciativa podrá contener el ritmo de la inflación. Mientras tanto, siguen en pie los demás acuerdos de precios, como Precios Cuidados y Precios Máximos, mientras se define cómo será el nuevo programa, que incluirá productos de la canasta básica para comercios de cercanía.