Formosa: la utopía invertida
El régimen provincial es todo lo que debería no ser un Estado del siglo XXI. Superempleo público. Nula generación de riqueza. Gobierno eterno y represión. Por Horacio Minotti
Tomas Moro escribió Utopía. En principio, lo que ahora se conoce como un concepto, era una isla, donde todo estaba bien, una suerte de paraíso político, en el que la gente se gobernaba a sí misma, no existían tiranos ni nadie con ganas de serlo, el respeto a los derechos humanos era inquebrantable, en definitiva, todo lo deseable.
Gildo Insfrán no escribió Formosa, pero la gobierna hace 26 años. Tampoco inventó el régimen, es sucesor de otros regímenes similares, como los de muchas provincias argentinas donde un ducado sucede a otro. Ocurrió en Santiago del Estero. De la familia Juárez pasamos a la familia Zamora. Los primeros gobernaron más de 25 años la provincia, los segundos llevan unos 15 años.
Si miramos hacia el exterior, estos estados provinciales son mas parecidos en su estilo de gobierno a la Libia de Kadafi o la Indonesia de Suharto, que a las incipientes pero esforzadas democracias latinoamericanas, incluida la Argentina.
La Formosa de Gildo es un paradigma extraordinario, porque a diferencia de pseudodemocracias mencionadas, vive de otros, de los demás, consume todo de lo que producen personas con su trabajo en otras provincias, explotando como nadie las bondades del federalismo de estas tierras. El IVA que paga un trabajador de bajos ingresos para comprar sus fideos en el conurbano bonaerense, va a Formosa para pagar empleo público. No existe nada menos progresista. Del total de recursos provinciales, el 93,4% es en materia de coparticipación federal.
Formosa recibe el 465% mas de lo recauda. Respecto de ambos porcentajes es, por lejos, la provincia más favorecida por la coparticipación. Para la Ciudad de Buenos Aires, la coparticipación solo implica el 26% de sus recursos y para Provincia de Buenos Aires, no llega al 50%.
Ese 93,4% es utilizado mantener una masa fenomenal de empleo público dependiente de la política. Existen en Formosa unos 170 empleados públicos por cada uno privado. El 70% de las personas con trabajo, trabaja para el Estado. Todo ello sin contar subsidios y planes sociales en los que la dependencia es todavía mayor
Es IMPOSIBLE un estado democrático en esas condiciones. No hay chances, y si el gobernante tiene vocación de príncipe, mucho menos.
Los casos de violaciones a los derechos humanos no son de ahora, los indígenas secuestrados durante los días de elecciones a los que se les retira el documento y alguien termina “haciéndoles el favor” de votar por ellos, los centenares de paraguayos con documento argentino que cruzan el río el día de la elección para dejar su aporte, y cientos de trapisondas diversas. El manejo discrecional del pautado oficial para los medios afines, la censura directa a los opositores, en fin, un sistema diseñado para un estado totalitario.
Formosa es (no por los formoseños, pobre gente sometida al atraso y la dependencia por la eternidad) la utopía inversa. Porque al contrario de la isla soñada por Moro, es todo lo que esta mal, todo lo que no debe ser, todo lo que terminó con la Revolución Francesa, todo lo contrario al sueño de Mariano Moreno, Bernardo de Monteagudo o Manuel Belgrano. Formosa es lo que no querrían Gandhi ni Mandela ni Martín Luther King ni Malcom X ni Alicia Moreau de Justo ni Emilie Shindler.
Por Horacio Minnotti