Se llama Dolores Ocampo: es actriz. Todavía no es muy conocida porque es actriz de teatro, no hizo casi nada en televisión y tampoco tuvo un romance mediático con alguien complicado.

Yo la conocía y la respetaba más por las cosas que no hacía: no aceptó engordar veinte kilos para hacer una pieza provocativa en el off. Llegó hasta la última instancia del casting para “Mamma Mía”, pero no quedó.

Ahora se carga al hombro un espectáculo en el Kafka (Lambaré 866) los domingos a las seis de la tarde: el horario más amable del mundo. Escrito por ella misma, se llama “Como pez frente al anzuelo”, y narra las peripecias de una muchacha para encontrar el amor de su vida.

Si bien es un tema transitado (mujeres dispuestas, hombres escasos), Dolores Ocampo encuentra una manera deliciosa de encarar el tema y burlarse de ella misma, de su sobrepeso, sus afanes y desilusiones. Con una gracia infinita, y un excelente grupo musical que la acompaña, Ocampo recorre sus aventuras a través de los más diversos géneros musicales: desde un rap bien guarro hasta el bolero más violento de Paquita la del Barrio.

Una gran actriz en ciernes, de belleza impar y divina voz. Domingos a las seis de la tarde, en el Kafka.