Hay olor a podrido. El ocultamiento de estado de su propia matriz corrupta y mafiosa ya parece parte de una novela de terror. Estamos asistiendo indignados a un espectáculo vergonzoso. Es que todo parece mentira pero es cierto. Personas muy cercanas al ex presidente Néstor Kirchner como su secretaria privadísima y quien lo acompañó durante ocho años como vicegobernador, denuncian un nivel de megacorrupción que debe inscribirse como parte de una adicción, de una bulimia de poder y de dinero. Muchas fuentes e indicios aseguran que el matrimonio presidencial construyó una bóveda en su propio domicilio para atesorar tantos billetes.

Un miembro del Consejo de la Magistratura exige que se allane la mansión de Cristina para confirmar o descartar semejante cosa. ¿Se dan cuenta de la magnitud del escándalo del que estamos hablando? ¿En que país del mundo un alto miembro de la justicia pide que se allane la casa de la presidenta de la Nación para certificar la existencia de una gigantesca caja fuerte repleta de dinero negro en efectivo producido por la corrupción? ¿En donde está ocurriendo todo esto? ¿Es producto de nuestras mentes afiebradas o de un desayuno con ginebra? ¿O está ocurriendo en realidad?

Hay olor a podrido. No menos de 5 fuentes absolutamente independientes entre si hablan de la marroquinería kirchnerista. De los bolsos y las valijas que van y que vienen de Santa Cruz, de la Quinta de Olivos, de la Rosada a la Rosadita, de puerta a puerta y a Puerto Madero, de Uruguay a las sociedades fantasmas de Panamá y después a las cuentas secretas de Suiza. ¿Se dan cuenta de la magnitud del escándalo del que estamos hablando? No es un funcionario que recibió una coima.

Estamos hablando de un sistema, de una ingeniería repugnante al servicio de la estafa al pueblo argentino. Es la explicación de la década ganada. ¿En que país las mas altas autoridades pesan el dinero que se llevan en pala? ¿Quién tiene la balanza? ¿Quién sabe en el mundo cuanto pesa un millón de dólares o de euros? Solo los argentinos, los únicos privilegiados podemos decir que el palo verde pesa 10 kilos y que el palo de euros pesa 2 kilos y 200 gramos. ¿Qué tal? Solo aquí hay que darle una protección especial a la secretaria de un ex presidente que dice que su secretario personal, Daniel Muñoz, era el que llevaba los bolsos en avión o que Julio de Vido, su ministro histórico, el cajero que nunca se fue de su lado era el que firmaba todas las obras públicas para que ganen los de siempre, los del palo, los socios de negocios y negociados, los cómplices de lesa complicidad.

Hay olor a podrido. ¿En que país el vicepresidente de la Nación está acusado de apropiarse con sus amigotes de una fábrica de billetes? ¿En donde se amenaza de muerte al fiscal que investiga una causa semejante? ¿Cómo es que Federico Elaskar al que le robaron su cueva financiera, tiene un Porche lujosísimo y lo guarda en el hangar de Lázaro Báez donde además se arregla el avión Tango de presidencia de la Nación? Discepolo se quedó corto. Es un escritor costumbrista. El que no llora no mama y el que no afana es un gil. Dale que va. Un ex cajero de un banco provincial en 10 años se compra entre otras cientos de cosas, 200 mil hectáreas de estancias y paga todo al contado y en dólares. Milagro argentino. ¿Enloquecimos todos o esto en realidad no está pasando? ¿Todos mienten o estamos en una pesadilla?

Hay olor a podrido. Alberto Fernández, el dirigente político mas cercano a Néstor y Cristina durante diez años dice que el peronismo perdió el coraje y es un cuartel inerte que solo reúne la tropa para desfilar ante quien gobierna. No lo dice un anarquista que rompe todo ni un fascista pro dictadura. Lo dice Alberto Fernández, la persona que junto a Carlos Zannini mas tiempo convivió con el matrimonio. Dice que vivimos en el “verticalismo del disparate”.
 
Es cierto. Vivimos en el medio de lo insólito y disparatado. Hay un verticalismo que les mete pánico a los funcionarios. Por eso digo que algo huele a podrido y no estamos en Dinamarca. Algo huele a podrido y no se trata del relato de Shakespeare. Todo ocurre en Argentina. Aquí donde vivimos y soñamos construir un país más justo y más libre para nuestros hijos. Pero no hay que desesperar: un día vamos a despertar de esta pesadilla.