Ayer, el diputado Felipe Sola dijo algo terrible: que el gobierno nacional en general y el ministro de Justicia en particular mienten en lo que más preocupa a los argentinos que es el tema de la inseguridad. Efectivamente, se refería al ministro Julio Alak que muy suelto de cuerpo y muy flojo de papeles dijo la semana pasada que el delito había bajado en un 37% en relación con el 2.002. No lo dijo al pasar en una declaración de apuro. Lo dijo en plena Cámara de Diputados que es en donde el pueblo delibera y gobierna a través de sus representantes.

Eso solo provocó fuertes críticas de los opositores. Pero el papelón estalló apenas 72 horas después cuando un informe del mismo ministerio que conduce Alak dio a conocer estadísticas criminales que tenía ocultas desde hacía mucho tiempo. ¿Qué decían esos números? Que en el 2008, el delito había aumentando un 7 % en todo el país y un 25% en la provincia de Buenos Aires. Insólito. El propio ministerio desmintiendo al ministro. En un gobierno que atienda las demandas de la opinión pública y de la mayoría de los ciudadanos, ese solo hecho escandaloso hubiera provocado la inmediata destitución de Alak.

Pero los Kirchner tienen una oreja muy particular que escucha solo lo que ellos quieren. Y este tipo de situaciones las atribuyen no a la realidad sino al invento de los medios de comunicación. Por eso se quedan tranquilos creyendo que el delito bajó, que a los sectores más humildes el tema no les preocupa y que, de última, se hagan cargo los gobernadores o los intendentes que son los que tienen que poner la cara. Por eso Felipe Sola propuso un plan integral para combatir la inseguridad que involucra a todos los ministerios. Y por eso dijo que el gobierno miente en el tema que mas les interesa a los ciudadanos. El gran problema de la mentira es que siempre tiene patas cortas, que nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio y que el engaño siempre es malo en cualquier rubro. Pero hay dos que son brutales. La mentira del INDEC que oculta a 8 millones de pobres. Y la mentira de la inseguridad que oculta la muerte de miles de personas. Estamos hablando de la vida, de nuestra vida. Del desgarro que produjo, por ejemplo, la decisión de Carolina Píparo de irse a vivir a otro país después que le mataran al bebe que llevaba en la panza en medio de una salidera bancaria. Mentir siempre es grave. Mucho más desde el gobierno.
 
Pero en las cifras de los crímenes es directamente imperdonable. Porque el que niega que está enfermo jamás va a intentar curarse. Scioli comprende el problema y lo enfrenta cotidianamente de la mejor manera que puede. Pero desde el gobierno nacional si no le atan las manos por lo menos miran para otro lado. Se trata de un fracaso que nos afecta a todos. El robo o el asesinato no preguntan por la camiseta partidaria ni por la condición social. El robo o el asesinato son violaciones a la ley, inmoralidades que afectan seriamente la convivencia pacífica. No se trata de una sensación de inseguridad. La sensación es que se miente y se oculta y de que no hay políticas serias. Prevenir y reprimir el delito es una obligación irrenunciable del estado. Y denunciar esta situación es una responsabilidad de los periodistas. No son fríos números ni estadísticas. Son balas que pican cerca y sangre derramada. No se si les queda claro.

Solá, Scioli, Alak