Si, le quiero dar la bienvenida a la Presidenta. Bienvenida al país de la realidad y no del relato. Con las declaraciones de ayer, Cristina parece recién llegada a un país que ella preside con toda legalidad, pero también, con toda tozudez para mirar hacia otro lado cuando hay problemas graves. Ayer, en Santa Cruz, la presidenta por primera vez reconoció la profundidad del drama de la inseguridad y dijo que “los delincuentes, desgraciadamente, están en todas partes”.
 
No se le puede decir, chocolate por la noticia porque sería banalizar un tema inquietante que genera mucho temor en la sociedad. Pero para poner las cosas en contexto si hay que decir que es la primera vez en diez años de kirchnerismo, repito, por primera vez en diez años de kirchnrismo, que se hace una mención contundente a este flagelo que los ciudadanos argentinos vienen denunciando a los gritos y de todas las maneras posibles.

La inseguridad está primera entre las demandas de la sociedad en todas las encuestas desde hace mas de una década. No es algo que nació con los Kirhner. Pero claramente es un reclamo que se multiplicó en este último tiempo. En cualquier reunión familiar, en el trabajo, aquí mismo en esta mesa tenemos ejemplos muy dolorosos, en el colectivo, en la cancha, en el barrio, en todos lados, es un tema de conversación y de inquietud permanente. No es un invento de los medios.

No es una sensación como dijo Anibal Fernández y ratificó Nilda Garré cuando fustigó a los noticieros porque están todo el día repitiendo noticias sobre delitos. Es una reflexión indigna de una persona inteligente. La gente no es tonta. La televisión no le lava el cerebro a la población. Hay cientos de experimentos que demuestran que algo que existe se puede exagerar un poco o disimular un poco. Y nada más. Pero no se puede inventar ni tampoco ocultar. Porque el pueblo no vive en un frasco ni viaja en helicóptero o en autos con custodia y vidrios polarizados. Si se repiten crímenes salvajes cada vez mas crueles producto de la droga que quema la cabeza de los delincuentes y de los narcos que instalan metodologías mafiosas, es porque eso existe.

No son actores. No es La Gran Fariña de “querías ficción, te doy ficción”. Son asesinatos reales que ocurren todos los días. ¿O el colombiano que apareció cortado en pedacitos adentro de una bolsa es una película de terror de nuestra imaginación? La presidenta ayer pronunció palabras que bien podría haber dichas por Daniel Scioli, Sergio Massa o cualquier opositor. Cristina dijo que “tenemos que cuidar y vigilar y poner cámaras en todas partes porque la seguridad es un bien de todos y los delincuentes, desgraciadamente, están en todas partes”. Bienvenida a la Argentina, señora presidenta.
 
Bienvenida a la realidad que no es tan perfecta como el relato. Es verdad que los delincuentes están en todas partes y es verdad que es un bien de todos. Hace años que venimos planteando desde este espacio que no se puede tener anteojeras ideológicas para analizar esto. Que los que mueren o son robados no son de derecha ni de izquierda, que son víctimas. Y que los gobiernos y los periodistas siempre tenemos que estar del lado de las víctimas. Que el que quiere vivir en paz y en tranquilidad con su familia y no sentir pánico cuando sus hijos van a la escuela no es un fascista que propone mano dura ni gatillo fácil. Le está reclamando al estado que cumpla con su tarea. Que garantice seguridad para ejercer el primer derecho humano que es el derecho a la vida.

El derecho a crecer en sociedad junto a nuestros seres queridos sin rejas ni pánicos, sin cambiar nuestros hábitos por temor y ocupando con alegría el espacio público. La presidenta seguramente se conmovió por el salvaje asesinato de Jorge Córdoba, el cabo de la Policía Federal que trabajaba como custodio de explosivos en la Quinta de Olivos. Tenía 41 años y se rompía el lomo haciendo horas extras y adicionales para la fiesta de 15 años de su hija que iba a celebrarse mañana. Todo eso se frustró por una banda criminal que le pegó 4 tiros para robarle un autito sencillo y barato. No era un auto de alta gama. Y fue en Villa Luzuriaga, en el corazón de La Matanza, no en Barrio Norte ni en un country lujoso. La prueba de que la inseguridad es un drama que como todos los dramas golpea mas a los que menos tienen, a los que no tienen seguridad privada o como proteger mejor lo poco que tienen. La policía tardó 40 minutos en llegar pese a que la comisaría estaba a 4 cuadras. La gente habla de zona liberada.

Jorge Córdoba murió desangrado. Otra muerte que nos conmueve como todas las muertes. Ojalá no sea un dato mas para la estadística. Y ojalá la presidenta no se olvide de lo que dijo. Los delincuentes están en todas partes. Es cierto. Y el estado debe estar en todas partes para dar seguridad a todos los argentinos. ¿No le parece, señora presidenta?