La vida te da sorpresas. O no tanto. Ayer le anticipé la información sobre el pacto de apoyo mutuo que el kirchnerismo había firmado con Carlos Menem. Cristina Elisabet quiere ganar en La Rioja por un margen amplio y Carlos Saúl precisa los fueros de senador como protección para el caso de que la justicia lo condene a 8 años de prisión por ser coautor del delito de contrabando agravado de armas a Croacia y Ecuador tal como pidieron los fiscales. Ambos se necesitan para mantenerse no volver al llano y en el pragmatismo peronista eso es suficiente para olvidar discusiones ideológicas y humillaciones.

En el ADN del manual de peronismo básico la lealtad es con el poder. No es con los hombres ni con las ideas. Este es el prisma a través del cual hay que mirar esa que relación para entenderla. Socios o enemigos según corresponda. Todo puede ser. Una mano lava la otra y las dos lavan la cara.

De un lado hay que ubicar el amor: las 7 veces en que los Kirchner fueron a elecciones con la boleta de Carlos Menem. O los elogios del ex presidente fallecido al ex presidente vivo en la inauguración de un aeropuerto en Santa Cruz. Fue tanta la lisonja que terminó comparando a Menem con Perón. Aquel gobernador pingüino fue el mejor alumno económico que tuvo Domingo Cavallo.

Ambos lo reconocieron. Fue Cavallo el que le dio a Kirchner los fondos por las regalías petroleras mal liquidadas y el que le aconsejo que no los gastara. Y Kirchner le hizo caso y los depositó en el exterior. Son los tristemente célebres fondos de Santa Cruz que solo Dios sabe que fue de ellos. En los últimos tiempos Carlos Menem fue muy útil para el kirchnerismo desde su banca en el senado. Su ausencia o presencia fue funcional a las urgencias del oficialismo. Son muchos los funcionarios menemistas que hoy son kirchneristas. El presidente del bloque del senado, Miguel Angel Pichetto es uno de los mas emblemáticos. Hasta ahí los amores que los unieron y los unen.

Pero también hay odios que los separaron: Las peleas de Cristina con los senadores durante la época de Menem y su posterior expulsión del bloque. La orientación ideológica de un modelo económico ciertamente antagónico, la satanización del menemismo para despegarse de su desprestigio social y aquella vergüenza ajena de noviembre del 2005 cuando Néstor Kirchner tocó madera y sus testículos durante el juramento de Carlos Menem como una forma de estigmatizarlo con la fama de mufa o yeta. Un gesto que merecía por lo menos una tarjeta amarilla del INADI. Pero nadie se atreve a desafiar la lógica K dentro del Frente para la Victoria y mucho menos si es funcionario y está a tiro de decreto. Es muy difícil, por ejemplo, que un ministro o algún dirigente importante se atreva a criticar el acuerdo kirchnerista-menemista.

El silencio es salud. Saben cuando conviene mirar para otro lado y meterse los principios ideológicos en el bolsillo. La vida te da sorpresas, podría cantar un militante oficialista. Ahí anda Jorge Asís disparando chicanas con su twitter. Dice que los blogueros K van a necesitar más creatividad: ya no lo van a poder descalificar acusándolo de menemista. Es complicado estar en ese lugar y defender lo indefendible. Como lo de Saadi en Catamarca o lo de Jaime en Córdoba, o la reelección eterna de Gioja en San Luis o la monarquía autoritaria de Gildo Insfran en Formosa. Dos caudillos provinciales que hicieron fortunas mientras se dedicaban a la política como Néstor Kirchner y Carlos Menem quedarán en la historia del peronismo moderno como los más exitosos a la hora de llegar y mantenerse en el poder.
 
Menem gobernó 10 años este país y el apellido Kirchner ya va por los 8 pero puede llegar a 12 años. Anillaco, en quechua, significa agua caída del cielo. Calafate, según la leyenda tehuelche es la transformación que sufre una anciana chamán. Se convierte en un fruto oscuro producto de un arbusto lleno de espinas. El dicho popular asegura que el come Calafate siempre vuelve por mas. Es lo que une Anillaco con Calafate. Y a Menem con los Kirchner. Carlos Saúl comió Calafate y vuelve por más.