JOHHANESBURGO, Sudáfrica.- Después de dos días de descanso (realmente fue uno) y de no fútbol, las emociones del Mundial regresaron con el partido que enfrentaba a Uruguay y Ghana por los cuartos de final en el Soccer City.

Nuestra llegada al estadio fue bastante temprana ya que queríamos vernos el primer partido entre Brasil y Holanda desde el IBC.

Después de un partido entretenido entre brasileros y holandeses, nos dirigimos caminando hacia el centro de prensa del Soccer City, pero antes de llegar me quedé un rato en el Fan Fest para empezar a vivir la fiesta que sudamericanos y africanos hacían en los alrededores.

Como ha sido una constante en este Mundial, los hinchas ghaneses eran una multitud y además había que agregarle que los mismos sudafricanos se acercaron para apoyar a Las Estrellas Negras. En pocas palabras, hoy Ghana era local y así fue.

Desde días previos pudimos ver como la televisión local animaba para que los habitantes de Johannesburgo vinieran al Soccer City para ponerse del lado del único equipo sudafricano en cuartos de final.

Igualmente los fanáticos uruguayos, aunque eran menos, nunca estuvieron por debajo en la “guerra” de hinchadas. Sus típicos cantos y saltos se escuchaban por los alrededores del estadio y por momentos parecían que fueran muchos más.

Caída la noche en Joburg, ingresamos al estadio para ver cómo continuaba el ambiente pero ahora en las tribunas. Apenas tuvimos la primera imagen de ellas ya supimos que durante el juego la alegría y la fiesta serían dignas de unos cuartos de final de un Mundial.

Y así fue. No pudimos pedir mejor espectáculo tanto en el campo de juego como en las tribunas. Los más de 84,000 espectadores, que en su gran mayoría apoyaban a Ghana, vibraron con un partido que seguramente quedará como uno de los más emotivos en la historia de los Mundiales.

Al final y luego de una emocionante serie de penales Los Celestes avanzaron, después de 40 años, nuevamente a una semifinal de una Copa del Mundo y la emoción que tenían sus pocos hinchas en las tribunas fue algo digno de ver. Eran pocos en el estadio, pero todo un país los estaba alentando desde la distancia.

Por Daniel Dionisi