Después de dos horas de viaje en auto llegamos al Parque Nacional Pilanesberg ubicado en las cercanías de Sun City y de Rustenburg.

Nuestras expectativas eran altas ya que llegábamos a un lugar donde realmente nos sentiríamos en un safari tal cual como lo vimos más de una vez en televisión.

Junto con mis colegas y la dueña de la casa donde nos hospedamos en Johannesburgo, entramos al parque en auto para empezar el recorrido por las diferentes carreteras que cubren los casi 572 kilómetros cuadrados del complejo. Para tener una idea de lo demorado que sería recorrerlo todo, conducir por 14 kilómetros demora más de una hora.

Afortunadamente para todos, nuestro encuentro con la vida salvaje africana no demoro mucho. Recién llevábamos los primeros mil metros y ya varias cebras rodeaban la carretera. Obviamente toda nuestra atención se volcó sobre ellas por un bueno tiempo, de todas maneras, lo más emocionante estaba por venir.

Después de unos cuantos kilómetros de ver sólo cebras y más cebras, por fin vimos un grupo de jirafas en lo alto de una montaña, el paisaje era perfecto, 7 jirafas, lindos arboles y el poco Sol que había, hacía que los colores del mamífero resaltaran sobre las demás cosas.

Siguiendo nuestro safari llegamos a un restaurante en medio del parque, ahí pudimos tomar fotos a varios monos y antílopes. Pwero lo mejor fue cuando nosd acercamos a un gran jabalí que se encontraba destras de una reja. Al principio todfos teníamos miedo de tocarlo, pero cuando se acercó mansamente no dude acariciarlo… la verdad fue algo increíble, su piel es muy dura y sus pelos largos y fuertes. Desafortunadamente una señora se acercó con comida en s bolso y el animal se salió de donde estaba y trayo de envestir a la mujer, menos mal no pasó a mayores y el cerdo se fue.

Luego de más de dos horas de recorrido llegamos a una de las salidas del parque. Estábamos todos muy contentos y fascinados por los paisajes y los animales que habíamos visto, pero teníamos un pequeño sinsabor porque no pudimos ver ninguno de los llamados cinco grandes. (Elefante, búfalo, rinoceronte, león y leopardo).

Pero como dicen por ahí, “nunca digas nunca”, y así fue. Justo cuando salíamos del parque uno de mis colegas divisó a tan sólo unos metros un gran elefante, sí, no lo podíamos creer, la emoción nos invadió y obviamente bajamos para tomar cientos de fotos.

África es así, cuando menos se piensa te sorprende con algo y esta vez nos dejó sin palabras. Nuestra alegría fue tal, que nuestro destino final, Sun City, tuvo que esperar por un buen tiempo.

Solo queda por decir que haber estado en el Parque Nacional de Pilanesberg, fue sin lugar a duda una de las experiencias más emotivas y agradables que hemos tenido en nuestras vidas.

Por Daniel Dionisi