El kirchnerómetro
Nadie tiene el peronómetro. Así se decía en vida de Juan Domingo Perón para justificar el pragmatismo y la flexibilidad de que cualquiera se autotitulara peronista. Esa característica de sumar por izquierda y por derecha con Firmenich de un lado y Lopez Rega, del otro nos empujó a un abismo de asesinatos que terminó (o empezó) con la dictadura militar.
Nadie tiene el peronómetro. Así se decía en vida de Juan Domingo Perón para justificar el pragmatismo y la flexibilidad de que cualquiera se autotitulara peronista. Esa característica de sumar por izquierda y por derecha con Firmenich de un lado y Lopez Rega, del otro nos empujó a un abismo de asesinatos que terminó (o empezó) con la dictadura militar. Hoy se repiten, algunos de aquellos debates pero envasados en frascos de bajas calorías.
Sin armas, por suerte y por ahora. Detrás de los letreros luminosos del vértigo informativo hay ciertas turbulencias porque se acercan las elecciones y a la hora de ocupar porciones del poder se producen los crujidos. Hay varias formas de presentar esta batalla pero casi todas tributan a la siguiente pregunta: ¿Quién es más kirchnerista? Si el que la formula es políticamente correcto lo traduce asi: ¿Quién le puede aportar más al proyecto nacional y popular de la compañera Cristina?¿ Desde que lugar se le suma al proyecto de reelección? Hay varios que aportan sus imágenes negativas de piantavotos como Luis D’Elía o Hugo Moyano. Pero ofrecen otra mercancía a cambio. El camionero se anota con la máxima capacidad de organización y movilización, con su potencia para dañar a empresas enemigas y con su función de gendarme disciplinador de los trabajadores. El piquetero se coloca en el lugar de la conciencia de izquierda, defiende la presunta pureza ideológica y mientras se ofrece como vice de Martin Sabatella le da con un caño a Daniel Scioli, a Sergio Massa y a todos los neoliberales que según él son traidores en potencia. “Nos llevan de vuelta a los ´90”, fue su definición. Hebe Bonafini también milita en ese espacio extremo pero su personalismo y arbitrariedad en la conducción la lleva a contradicciones que hace poco eran impensables o que hubieran sido condenadas por la misma Bonafini. Nora Cortiñas de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora la llamó “empresaria”, con la carga peyorativa que esa actividad contiene entre los grupos de derechos humanos. Graciela Fernández Meijide, otrora motor de la Asamblea Permanente por los Derechos Humano y también madre de un joven desaparecido fue más dura todavía:”Hebe tiene un despiste colosal y doloroso. No se puede transformar la lucha por la verdad en un festival por la reelección de Cristina”. Se refería al acto de ayer en el Mercado Central donde la figura fue Amado Boudou. Una pregunta recorrió las redes sociales como reguero de pólvora. ¿Por qué Boudou es un confiable militante del cristinismo y Scioli o cualquier intendente peronista son fachos y potenciales traidores noventistas? ¿O acaso Scioli no entró al peronismo mucho antes que Boudou.? ¿O el ministro de Economía hasta hace muy poco no era un militante del partido de Alsogaray y un profesor de la universidad mas ortodoxa y liberal? ¿Quién es el que decide estos dilemas? ¿Quién es más kirchnerista? ¿Quién tiene más derechos? ¿Por qué unos son maravillosos compañeros en la ruta hacia la profundización del modelo y otros peligrosos potenciales traidores que quieren volver al pasado? ¿Quién coloca esos rótulos?¿Quien otorga salvoconductos y pasaportes de kirchneristas? Debería ser la gran tarea de Cristina Fernández. Pero por un lado está muy ocupada con el gobierno y los grandes temas y por el otro, se muestra comprensiva y para asegurar su triunfo quiere incorporar la mayor cantidad de sectores posibles, sobre todo a la clase media que le dio muchas veces la espalda. Por eso dijo en las tribunas que no hay que preguntarle a nadie de donde viene sino a donde va. Que deben ser amplios y no sectarios. Que deben abrir las puertas de su corazón y del Frente para la Victoria. Es la hora de sumar, dice Cristina. Ella maneja el kirchnerómetro. Tiene autoridad para hacerlo. Los temas mas conflictivos quedarán para después de las elecciones. Las polémicas que pueden potenciar las divisiones se van a patear para más adelante. Allí hay que ubicar la reformulación del INDEC y la reinstalación de algunos temas que ahora están con perfil mas bajo como la pelea contra el grupo Clarín que incluye la ley de medios, papel prensa y el ADN para establecer la identidad de los hijos de Ernestina Herrera de Noble. Hoy de eso no se habla porque genera tensión y aleja votantes moderados. Después de la elección si el triunfo es amplio como creen y sueñan, irán por más. Nunca Menos. Harán realidad la consigna de Vamos por Todo. Y esa será otra historia.