Amado Boudou protagonizó un espectáculo grosero. Un monólogo que se pareció demasiado a un suicidio político en cámara. Fue un stand up de humor negro porque en su desesperación por salvarse se colgó de las polleras de la presidenta de la Nación. Fue tan burda su actuación que la dejó picando para que sus adversarios se burlaran con una ironía demoledora.

El twitter se calentó con las chicanas de Fernando Iglesias que anunció el próximo recital de “La Mancha de Robando en apoyo de su líder” o ensayó un cantito que dice “Amado/Amado corazón/ aquí están los pibes/ para la recusación”. El diputado del GEN, Gerardo Milman dijo que Boudou va a terminar como su compañera de militancia, María Julia Alsogaray”. Lo cierto es que el vicepresidente de la Nación, la segunda figura en importancia de la república, pareció hablar desde arenas movedizas. Mientras más se movía, mas se enterraba. Multiplicó sus problemas. Ahora va a tener que explicar ante la justicia varias cosas con respecto a Adelmo Gabbi el titular de la Bolsa de Comercio al que acuso de intentar sobornarlo. Primero va a tener que justificar porque no lo denunció en su momento ya que está obligado a hacerlo en su carácter de funcionario público.

¿Por qué no lo hizo? ¿Se olvidó entonces y se acordó ahora? Y además, ¿por que no advirtió a la presidenta Cristina sobre la catadura moral de Gabbi? Le hubiera evitado a la jefa del estado tener que elogiarlo como lo elogió en el último aniversario de la Bolsa de Comercio. Tampoco le dijo nada al fallecido Ivan Heyn que era director de la Corporación Puerto Madero cuando Gabbi era su titular.

Boudou hizo acusaciones gravísimas al juez Daniel Rafecas. La gran mayoría de la dirigencia política incluída el oficialismo no tuvo mas que elogios por la ética y la capacidad profesional del magistrado.


La ministra Nilda Garré acaba de decir que “respeta” a Rafecas. Incluso, los periodistas que funcionan como defensores mediáticos del gobierno se cansaron de hablar maravillas de Rafecas. Ahora resulta que, de la noche a la mañana, para Boudou, estamos antes un juez mafioso que responde al mafioso de Magnetto y que convirtió a su tribunal en una agencia de noticias. Rafecas fue designado por Néstor Kirchner y tiene una foja de servicios impecable.


En una mentira grande como el edificio de Comodoro Py decir que Rafecas y Magnetto tienen planes en conjunto. Rafecas tiene dos pedidos de juicio político en el Consejo de la Magistratura y fueron presentado por Magnetto cuando el juez acepto la calificación de terrorismo de estado la venta de Papel Prensa. Pero lo mas explosivo, puertas adentro del gobierno, es que Boudou acusó también de actitudes extorsivas a un estudio que lidera la esposa de Esteban Righi, procurador general de la Nación, y ministro del interior de Héctor Cámpora.

Tuvo la caradurez de acusar al diario El País, entre otros de “participar de un cerco mediático para intentar romper el orden constitucional”. Una acusación de golpismo inadmisible para un diario que es un ejemplo de democracia y de defensa de los derechos humanos. Y si no que le pregunten al juez Baltasar Garzón, niño mimado de Cristina. Los esbirros de Boudou están jugando con fuego y metiendo a la propia presidenta en serios problemas. No pueden denunciar un golpe institucional como han hecho los paraperiodistas solo porque un juez investiga algo que a todas luces es oscuro.


Hay un sector del gobierno que por lo bajo dice que Amado Boudou debe irse a su casa. Que Cristina debería imitar a Dilma Rouseff que llegó al 77% de imagen positiva después de echar a 7 ministros sospechados de corrupción. No recuerdo un papelón semejante. Amado dijo que estaba en marcha un brutal ataque a las instituciones. A esta altura es una mochila de piedras para Cristina. Hizo bien la diputada Graciela Ocaña en preguntarse si Boudou no le teme a Rafecas porque el juez investigó las coimas en el senado y no le tembló el pulso para poner contra las cuerdas a un ex presidente como Fernando de la Rua. El Boudougate es una olla gigante que despide un olor nauseabundo cada vez que se destapa.


Los propagandistas de estado que pagamos todos se jugaron demasiado, sobreactuaron, pusieron las manos en el fuego y se quemaron. Es muy difícil que Boudou vaya preso porque los delitos por los que se lo puede acusar son excarcelables. Pero su sola citación a indagatoria generaría una crisis institucional que nadie quiere ni desea. Ni hablemos si llega a ser procesado. Amado Boudou tiene una espada de Damocles demasiado grande sobre su espalda. Tal vez tenga en gesto de dignidad y de un paso al costado. Si eso pasa, a todos sus defensores mediáticos, se les va a caer la cara de vergüenza.