Cristina no puede. Es la única persona en la Argentina que tiene prohibido presentarse como candidata a presidenta en el 2015. La Constitución Nacional no se lo permite porque está transitando su segundo mandato como jefa del estado. Los dirigentes más importantes del kirchnerismo están debatiendo con preocupación este tema. Porque esta imposibilidad legal constituye el talón de Aquiles del modelo.

Hoy nadie vislumbra un dirigente que pueda herederar y conducir este proyecto político que lleva nueve años en el poder y que habrá completado los 12 en el 2015. ¿Quién puede suceder a Cristina? Esa es la pregunta inquietante que se hacen en la cima del poder y no encuentran una respuesta. En algún momento, cuando lo designó como compañero de fórmula, la presidenta pensó en que Amado Boudou podía ser una opción.

Hoy eso está terminado. Porque mas allá de que la justicia con camiseta partidaria tenga todo listo para cerrar lo antes posible todas las causas que tiene Boudou, su figura sufrió un fuerte deterioro. Lo ocultan, lo disimulan, lo gambetean, pero hasta los propios ministros no le creen nada al vicepresidente. Es que está flojo de papeles por todos lados. El y sus amigos y socios están rodeados de sospechas de lavado de dinero, de evasión fiscal, de intentos de pagar coimas, de trabajar con sociedades fantasmas, de no poder justificar porque todos viven en Puerto Madero.

Son muy truchos. Son demasiados agujeros negros en la imagen de Amado Boudou y por lo tanto es imposible que aspire a otra cosa que terminar su mandato y punto. La forma concentrada, secretista, mezquina y desconfiada de construir poder político que evidenció el matrimonio Kirchner a lo largo de toda su vida les genera una gran dificultad para parir cuadros políticos de envergadura. Los tienen tan atemorizados, tan cortitos que pocos se atreven a mostrarse con personalidad y pensamiento propio.
Están tan encerrados dentro de la burbuja que los alimenta que prefieren engordar adentro y no morir de hambre afuera. Todos los que tienen alguna chance según las encuestas dentro del peronismo son dirigentes con gestión actual y sin identificación ideológica con la pureza del kirchnerismo. Gobernadores como Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey o Jorge Capitanich o intendentes como Sergio Massa, caminan por otra vereda ideológica, más cerca del justicialismo tradicional que del cristinismo. El propio líder de Nuevo Encuentro, el diputado Martin Sabbatella lo expresó sin medias tintas: “ Scioli se disfraza de kirchnerista para heredar el proceso político y torcer el rumbo tomado en 2003”.

Eso es lo que piensa Cristina aunque no lo diga. Lo cierto es que Cristina no puede ser y que no hay nadie de su confianza que pueda ser. Máximo Kirchner es casi un desconocido y sonaría demasiado a una monarquía hereditaria. No parece tener demasiada vocación por expresar sus ideas en público y eso lo inhabilita para ser candidato. Axel Kicillof recién empieza. Tiene condiciones, pinta y neuronas.

Pero para el peronismo, por ahora, es indigerible. Falta mucho, es cierto. Pero las elecciones de medio tiempo del 2013 van a marcar un camino. Porque si el Frente para la Victoria hace un excelente elección y multiplica sus diputados y senadores se acercará al dos tercios de los votos que hacen falta para declarar la necesidad de la reforma constitucional.

Ya dijimos varias veces que es propio de una republiqueta que los gobernantes cambien las reglas del juego no para el futuro sino para beneficiarse ellos mismos. La Carta Magna de un país no puede ser un traje a medida del que está gobernando. Eso es puro deterioro para las instituciones y la República.

Pero yo no descartaría que el gobierno ante la ausencia de candidatos intente reformar la constitucion para habilitar lo que Diana Conti bautizó: “Cristina eterna”. Hoy, insisto, es la única argentina que tiene prohibido ser candidata en el 2015. Pero ya se sabe que en Argentina eso no es un obstáculo demasiado grande. En cualquier momento se viene el proyecto “Reelección para todos” con una sola beneficiaria llamada Cristina. Algo se está gestando. Se huele al respirar.