Este domingo, la provincia de Córdoba elige mucho más que un gobernador. Hay tres candidatos que se juegan un futuro personal que va a tener gran impacto a nivel nacional. No solo porque Córdoba, por obra y gracia del último censo, se convirtió en el segundo distrito electoral en importancia porque tiene 3.304.825 habitantes. No solo porque históricamente fue un territorio de gran conciencia política y de mucha rebeldía.

En esta ocasión, esa actitud arisca que le da identidad a los cordobeses ha generado una situación insólita: la presidenta de la Nación que tiene una altísima intención de votos y muchas posibilidades de ser reelecta no es levantada como bandera por ningún candidato con posibilidades de victoria. Todo lo contrario. Tanto José Manuel de la Sota, Luis Juez como Oscar Aguad toman más o menos distancia de Cristina Fernández de Kirchner que es muy resistida en este distrito.

Y no es algo nuevo. Los Kirchner hicieron siempre muy malas elecciones y en algunos casos verdaderos papelones. ¿Es porque hay una Córdoba gorila? No creo. Es cierto que hay una parte importante de la población que es férreamente antiperonista. Basta recordar que Córdoba fue la cuna de la revolución libertadora y de los comandos civiles, pero también es cierto que De la Sota, un peronista de libro ya gobernó dos veces la provincia y tiene muchas chances de repetir.

¿Es porque hay una Córdoba indomable que no admite ningún tipo de subordinación y mucho menos del centralismo porteño? Puede ser. Ese sentimiento de autonomía orgullosa es muy del cordobés. A nadie le gusta que desde la presidencia de la Nación se intente verticalizar al gobernador. Antes, durante y después del conflicto con el campo, los Kirchner, tanto Néstor como Cristina intentaron domesticar al gobernador Juan Schiaretti y no lo lograron. Tampoco es que se fue a los piquetes más combativos en la ruta. Se manejó con cintura, fue y vino, pero no se arrodilló frente a la ofensiva kirchnerista contra los pueblos chacareros. ¿Será porque históricamente Córdoba tiene una gran tradición de un radicalismo fuerte? Puede ser.

Es la principal ventaja y también la principal dificultad que tiene Aguad. Ventaja porque el radicalismo cordobés siempre fue masivo, poderoso, popular y tuvo que gobernar en muchos momentos de la historia. Y dificultad porque la última experiencia fue traumática con Eduardo Angeloz que primero hizo un buen gobierno pero que después fue un desastre y tuvo que abandonar su cargo anticipadamente igual que Fernando de la Rua y Raúl Alfonsín. Tal vez esa fue la puerta de ingreso a una tercera fuerza lidera por Luis Juez que quebró el bipartidismo. Juez hace chistes todo el tiempo pero ideológicamente tiene un perfil similar a su candidato a presidente, Hermes Binner. Apuesta a la ética y la transparencia.
 
Es crítico del gobierno nacional, sobre todo por la corrupción, la intolerancia, Ricardo Jaime y los palazos al campo pero no es tan opositor como Aguad que juega fuerte al anticristinismo. El Partido Justicialista de Córdoba apoya a Cristina pero ni Schiaretti ni De la Sota han dicho que van a apoyarla después de este domingo. Quieren ganar con votos propios, sin deberle nada a Cristina para poder manejarse después con mas independencia si es que Cristina se queda cuatro años mas. Ricardo Alfonsín sueña con una victoria de Aguad para empardar a Binner que ganó Santa Fe con Antonio Bonfatti.
 
Si Juez gana se convertirá en un lider igual o mayor que Binner en el Frente Amplio Progresista porque será gobernador pero si pierde su partido de desarrollo solo provincial entrará en una crisis muy fuerte. Todos apuestan a sumar el voto enojado de los chacareros. Por eso De la Sota lleva como compañera a Alicia Pregno, intendente de Laboulaye que enfrentó las humillaciones de la lucha por la 125. Por eso Juez sumó en la fórmula a Marcelino Gatica, intendente de Jesús María donde estuvieron los mas duros autoconvocados en las rutas y Aguad formó el binomio con Néstor Roulet, un importante dirigente de Confederaciones Rurales Argentinas que estuvo a la cabeza del conflicto. Las tres fuerzas están en condiciones de ganar y por eso no sirve arriesgar un resultado. Solo esperar que las urnas hablen con tonada y que los cordobeses decidan a quien quieren como conductor. Alguien tiene que liderar esa Córdoba de la rebeldía.