García Marquez y el boom
España camisa blanca de mi esperanza. En medio de la profunda crisis económica que está sufriendo se permite aferrarse a la cultura. Tal vez esa sea su mejor tabla de salvación frente al record de desempleo.
España camisa blanca de mi esperanza. En medio de la profunda crisis económica que está sufriendo se permite aferrarse a la cultura. Tal vez esa sea su mejor tabla de salvación frente al record de desempleo.
Hoy Madrid está disfrutando de un congreso internacional sobre lo que significó en la historia de la literatura el llamado boom latinoamericano. Muchos argentinos de mi generación nos formamos navegando en esas novelas situadas en esta región que se diseminaron por todo el planeta gracias a tantos talentos como Gabriel García Marquez, Mario Vargas Llosa, los dos que lograron el Premio Nóbel y también a Julio Cortazar, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti, Alejo Carpentier, Miguel Angel Asturias y hasta Jorge Luis Borges.
La ubicación temporal de los movimientos siempre es arbitraria en las fechas porque no tienen un día de nacimiento. Pero están hablando de los 50 años de la aparición de “La ciudad y los perros” un diamante de papel que escribió Vargas Llosa. Casi medio centenar de escritores debatirán en España sobre esta explosión de la escritura de esta parte del mundo.
Muchos se confunden e involucran a todos estos autores en el realismo mágico o lo real maravilloso como estilo. Pero hay claramente plumas como las de Cortazar o Borges que por supuesto, no entran en esa categoría. Son escritores no nacidos en España que llevaron el idioma español al paraíso y además en su mayoría, lograron atravesar las academias y fueron muy populares. Cada uno tendrá su preferido. Si hay algo subjetivo y opinable son los libros que nos conmueven, nos enamoran y nos enseñan.
Yo me quedo con García Márquez y por eso quiero rendirle un pequeño homenaje a quien nació en el pueblito de Aracataca con el nombre de Gabriel José de la Concordia García Márquez. Un clásico como “Cien años de Soledad” ya vendió más de 35 millones de ejemplares y fue traducido a 40 idiomas. ¿Qué me cuenta? En la Casa de América de Madrid, y en varias universidades de toda España, donde se realizarán los debates, su genio y su máxima obra, estarán en cada presentación.
Humildemente me gustaría aportar un granito de arena. Decir que por el camino de la creación, de la imaginación, de la literatura que educa se puede salir de todos los males sociales. Es el principal antídoto contra todo tipo de autoritarismo y degradación humana. Es lo que edifica nuestra identidad y nos permite crecer desde las raíces.
García Márquez, y el resto de sus compañeros les dan a las palabras alas, sabores y colores. Y si no me cree, escuche esto. Gabo estuvo a punto de ser cura y debutó sexualmente con una muchacha llamada Nigromante. Escuche como la describió: “era de cama alegre y orgasmos pedregosos y atribulados y un instinto para el amor que no parecía de ser humano sino de río revuelto”.
Encima, para el orgullo de mi gremio, fue periodista. En sus crónicas también aparecen sus modos de respirar el aroma del caribe, del mango y la guayaba.
Entró definitivamente en la historia en 1982 cuando le dieron el premio Nóbel y rechazó el frac. Enfundado en un típico traje colombiano, el Liqui Liqui, pronunció aquellas palabras como un himno: “una nueva y arrasadora utopía de vida donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde sea de veras cierto el amor, y sea posible la felicidad y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Y pensar que todo se lo debe, mitad al oficio de periodista que lo hizo obsesivo, curioso, investigador y anotador de todo lo que ve y siente y, mitad a doña Tranquilina Iguarán su abuela que siempre le contó relatos fantásticos de barcos y piratas. Gabriel García Marquez fue uno mas pero tal vez el mas grande de aquel boom, de aquel estallido de metáforas y sentimientos latinoamericanos. Ya pasó medio siglo y España lo celebra. Todos deberíamos levantar la copa. Por cien años mas que no sean de soledad.