Ambas cosas son ciertas y ocurrieron anoche. Por un lado la calificación de “genia” para Cristina en un nuevo capítulo del culto a la personalidad que el gobierno potencia todos los días. En la otra Argentina, ocurrió todo lo contrario. No solamente no calificaron como una genia a la presidenta sino que, en varios barrios porteños, se produjeron ruidosos cacerolazos y bocinazos en protesta por la tercera cadena nacional en ocho días y por cierta fatiga social que repudia distintas medidas del oficialismo.
 
Vamos al primero de los datos de la realidad. En Tecnópolis se pasó un video de 6 minutos endiosando el proyecto industrialista impulsado por el matrimonio Kirchner. En el rol protagónico estaba obviamente, Cristina monopolizando casi todas las escenas y de pronto, en las pantallas apareció la palabra “GENIA”, en mayúscula como una sigla que resumía el concepto de “Generadora de Industria Argentina”.

El Cristinato, hiperconcentra tanto en un ser humano todas las virtudes que funciona como el centro del universo de un proyecto que mas que colectivo parece unipersonal. Cristina se ubica en el lugar del sol, alrededor del cual giran todos los planetas kirchneristas. Pero corre el riesgo de desmoronarse si se apaga esa energía. Cristina es un sol que solo ilumina a ella misma. O a El. A su marido muerto, el otro componente de la exitosa sociedad política que va a cumplir 12 años en el poder. Néstor también aparece fugazmente en el corto publicitario que resumió el pensamiento productivo del oficialismo. Al lado de la presidenta además del titular de la UIA que fue retado en público, estaba sentado Osvaldo Cornide quien hizo el acto de su entidad en el mausoleo donde descansan los restos de Néstor Kirchner en el cementerio de Río Gallegos. Cornide quien adhirió con el mismo fervor al menemismo y el carapintadismo, batió todos los record de obsecuencia debida.

La cadena nacional que esta vez fue diferida y emitida al finalizar el partido de Racing, entró de lleno en el horario principal de la ficción y las familias argentinas. Eso produjo un gran fastidio que se expresó a través de las redes sociales que ardían. “Devuelvan graduados” fue hashtag y Marcelo Tinelli levantó su programa. Curiosamente tanto en Telefe como en canal 13 iban a estar actrices que adhieren calurosamente al kirchnerismo como Nancy Duplaa y Florencia Peña.
 
Pero la queja no fue solo virtual. En varios barrios de clase media para arriba, en las principales esquinas, se armó un insistente cacerolazo que fue acompañado por las bocinas de los autos y los gritos desde los balcones. El reclamo no fue de una gran masividad. Pero en algunas esquinas se juntaron mas de 500 personas. Y andan corriendo por internet dos convocatorias mas, una a Plaza de Mayo y otra al Monumento a los Españoles que buscan niveles de representatividad más altos. Veremos si lo logran. Siempre es difícil juntar gente desde el anonimato.

Pero muchas veces lo espontáneo o lo organizado desde la ciudadanía sorprendió a los más informados. Por ahora las exigencias de los que anoche hicieron declaraciones y lo que aparece en las cadenas de mail, tienen que ver con una lista amplia que incluye el decir basta a inflación y la inseguridad, a los abusos del poder autoritario, a la intolerancia patotera, a la manipulación de la justicia, a las trabas aduaneras y al corralito del dólar entre muchos otros.

El gobierno debería tener mas cuidado. Hay cierto hartazgo que se va generalizando con algunas prácticas y nadie se atreve a decírselo a la presidenta. Muchas veces el disparador de un enojo puede ser una cosa cotidiana como quedarse sin ver la telenovela preferida o sentirse invadido en su televisor a la hora de la cena familiar y tener que ver obligatoriamente algo que tal vez no tienen ganas al final de un día de stress y trabajo. Anoche, cuando habló la presidenta, se desplomó el encendido.
 
Ella debería cuidar que su palabra no se devalúe de tanto ser escuchada. Ojo con el malhumor que genera una presidenta cuando habla de todo menos de los temas que le preocupan a la gente como la inflación, la inseguridad o la tragedia del Once de los cuales no dijo nada. Ojo con la saturación de la imagen y la voz. Ni una genia resiste tanto tiempo hablando por televisión. Juan Domingo Perón también edificó su propio monumento en vida. Pero en una frase resumió todos los peligros: todo en su medida y armoniosamente.