Jaime, el ladrikirchnerista
Ricardo Jaime se convirtió en una señal. Hay que seguir su ruta por tribunales para advertir hasta que punto la justicia tiene luz verde para avanzar en el juicio y castigo a la matriz corrupta del kirchnerismo.
Ricardo Jaime se convirtió en una señal. Hay que seguir su ruta por tribunales para advertir hasta que punto la justicia tiene luz verde para avanzar en el juicio y castigo a la matriz corrupta del kirchnerismo. Porque la condena de 6 meses en suspenso que le dieron en Córdoba, parece algo menor, pero se trata de un telegrama con muy malas noticias para el ex Secretario de Transporte. Si fuera la batalla naval podríamos decir que el submarino Jaime o el yate, para jugar con sus bienes que no puede explicar, fue “tocado”. Fue condenado por primera vez, perdió la virginidad. Sigue a flote y libre, pero fue averiado. Jaime puede hundirse en la cárcel en cualquier momento. Cuando sufra otra condena. Una segunda sentencia, aunque sea menor, se podría acumular con esta y llevarlo detrás de las rejas. Hay que recordar que con sus mas de 20 causas abiertas por corrupción es uno de los ex funcionarios record en esta materia en toda la historia judicial argentina.
Ese triste record lo convierte en un emblema. Es cierto que fue condenado por intentar robarse unas pruebas. Pero hay que recordar que Al Capone fue a prisión por falsear su declaración de impuestos. La primera condena a Jaime, por más leve que sea, por más en suspenso y por más que sea apelada, es un paso político importante. Ya se sabe que para recorrer 100 kilómetros hay que dar un primer paso. Y eso es lo que ocurrió con Ricardo Jaime.
Es el semáforo que hay que estar mirando para ver como circulan todas las causas de corrupción que ensucian a este gobierno. El está acusado de distintos delitos. Sobre todo de haber recibido coimas y regalos como autos, aviones, yates y alquileres de empresarios beneficiados por montañas de subsidios millonarios que Jaime debía controlar. Pero lo más grave, lo imperdonable es la causa por la tragedia de Once. Como bien la caratuló Omar Lavieri, “es corrupción seguida de muerte”. Y en esta causa las noticias también son malas para Jaime. La Cámara de Casación rechazó recursos extraordinarios y eso acelera el camino del juicio por los 52 muertos por el siniestro del tren Sarmiento. Los familiares en un comunicado hablaron del “fin de la impunidad”.
La corrupción, la estafa, el choreo, las coimas, el enriquecimiento ilícito, llámele como quiera, siempre es incompatible con la ética de cualquier gobierno que se diga progresista. Y mucho más si en estos negociados se asociaron con empresarios como los hermanos Cirigliano o sindicalistas como José Pedraza, preso por el asesinato de Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero.
La pérdida de poder político por parte de Cristina potencia la actividad de la justicia. Un sector de los jueces y fiscales fue presionado, perseguido, y vigilado por el gobierno y sus aparatos de inteligencia, como si se tratara de peligrosos enemigos. Muchos de esos funcionarios judiciales ahora sienten que pueden ir a fondo con mayor tranquilidad.
Esto es lo que simboliza Ricardo Jaime. Porque no es un funcionario del montón que cobró una coima y chau, como puede haber en cualquier gobierno. No es una funcionaria como la condenada ex ministra de Economía, Felisa Miceli que no pudo explicar de donde sacó el dinero que tenía escondido en el baño. No se trata de los hermanos Schocklender que con Hebe Bonafini transformaron millonarios aportes del estado en pesadillas compartidas. Ni siquiera es Juan José Zanola que con la mafia de los medicamentos participó también del sistema de financiamiento de la campaña electoral de Cristina Fernández. Lo de Jaime es peor aún que la avalancha de expedientes que se viene sobre el vicepresidente Amado Boudou.
El caso Jaime integra el mismo equipo que el de Lázaro Báez. Porque ambos “robaron para la corona”. Ambos son parte de los mecanismos corruptos que malversaron fortunas desde que arrancaron en Santa Cruz con Néstor Kirchner. Ni Jaime ni Báez podrían haber hecho lo que hicieron sin tener como socio al ex presidente. Hay complicidad de estado. Matriz mafiosa. Asociación ilícita. No es un cuento de Jaimito. Es la verdad mas triste que dejará está década ganada por los capitalistas amigos. ¿Habrá juicio y castigo o impunidad? ¿La ética y estética menemista de Ricardo Jaime lo igualarán con María Julia Alsogaray? ¿Será el primer preso del ladrikirchnerismo? ¿Será el único o prenderá el ventilador?