Cristina tiene en su gobierno un poderoso plazo fijo que, paradójicamente, cada día que pasa, vale menos. Es el gran problema de no tener sucesión: todos se dispersan buscando el futuro líder. Néstor Kirchner se llevó a la tumba ese experimento que había inventado que podríamos llamar “reelección presidencial matrimonial indefinida”.
 
O “tomala vos, dámela a mi”, en lenguaje futbolero O directamente, 4x4, algo así como un vehículo todo terreno que les permitiera, si Dios y la economía querían, gobernar eternamente. Para los creyentes, Dios no quiso. Para los agnósticos, fue el destino el que cortó esa posibilidad inédita en la historia de la humanidad. Por eso el único desafío político de envergadura para el cristinismo es despejar la incógnita de cómo sigue esta película. En sus propias filas no aparece un candidato potable. Malas noticias para el vicepresidente de la Nación que ayer dijo que necesitan 4 años más de Cristina para seguir transformando la Argentina.

Máximo, el heredero patrimonial, en enero, en una reunión de dos horas, le dijo a Emilio Pérsico: “Yo no voy a ser, pero Boudou mucho menos”. El único hombre capaz de criticar de frente a la presidenta es su hijo. Es el que desde las sombras maneja la agrupación La Campora que a esta altura es casi el único brazo ejecutor en el que confía la presidenta. Forzar una reforma constitucional con la excusa de establecer un sistema parlamentario, como fogonea el juez Eugenio Zaffaroni tiene un alto nivel de riesgos. Se necesita una mayoría calificada de dos tercios de ambas cámaras. Hoy no lo tienen.

Los más optimistas dicen que ese número mágico lo van a conseguir en el 2013, después de las elecciones legislativas de medio tiempo y que eso les va a permitir semejante movida institucional. Pero hay otro escollo de envergadura. Las intenciones de otros peronistas no kirchneristas o no tan kirchneristas que también aspiran a ser presidentes en el 2015. Son gobernadores que fueron reelectos y que tienen votos propios más allá de la potencia electoral de la presidenta.

En la pole position hay que anotar por lo menos a Daniel Scioli (Buenos Aires), Jorge Capitanich (Chaco) y Juan Manuel Urtubey (Salta) quienes tendrían un acuerdo secreto para prohibir que sus diputados respalden algún resquicio que permitan un nuevo período de Cristina. A ese trío hay que sumarle al gobernador cordobés, José Manuel de la Sota que, si transforma a la provincia en una vidriera nacional de una muy buena gestión, también se considerará con méritos suficientes como para ser el jefe del estado nacional.

Garantizar la continuidad del modelo y el relato es la gran tarea política que tiene el oficialismo. En el territorio del peronismo, una vez mas, es donde se peleará el poder post kirchnerista. Más allá de Hermes Binner hacia la centro izquierda y de Mauricio Macri hacia la centro derecha quienes se apoyan en distritos poderosos como Santa Fe y Capital Federal. Ambos tienen altos porcentajes de imagen positiva aunque Macri es más conocido.
 
Pero, por ahora, esos liderazgos no aparecen con un desarrollo importante en el corto plazo. Todos dicen que hay que esperar. Sospechan que este año se puede producir un freno del consumo y ciertos chisporroteos en el bolsillo de las clases medias urbanas y rurales y que eso genere la brecha por donde crezcan otras alternativas. La gran protagonista actual, casi la única, con 12 millones de votos en sus alforjas es Cristina y el peronismo es el único espacio donde parece estar jugándose el futuro de todos y de todas. ¿Qué hará la presidenta? Por ahora Cristina formalmente pidió que nadie se haga los rulos. A muchos les dice que apuesta a la renovación de la político y no a su perpetuación. Ver para creer.
 
La historia del peronismo es la historia de las reelecciones. La impulsaron todos los que llegaron con el voto popular: Perón, Carlos Menem y Néstor Kirchner en su provincia. Con 12 años consecutivos en el poder, el kirchnerismo superó al peronismo y al menemismo. ¿Qué hará Cristina con su herencia política? Es la gran pregunta que con su respuesta despeja mil incógnitas.Ella tiene la última palabra.