La revancha de Obama
Obama era el apellido de la esperanza. Hace cuatro años estuve celebrando en el Harlem aquél momento histórico para la humanidad, cuando se consagró como el primer presidente negro de los Estados Unidos. La palabra era esperanza: hope. Hoy el concepto es segunda oportunidad.
Obama era el apellido de la esperanza. Hace cuatro años estuve celebrando en el Harlem aquél momento histórico para la humanidad, cuando se consagró como el primer presidente negro de los Estados Unidos. La palabra era esperanza: hope. Hoy el concepto es “segunda oportunidad”.
El tuit que el presidente reelecto escribió lo dice todo: “Cuatro años mas”. Michael Moore llamó a votar nuevamente a Obama como el mal menor. Y algo de razón tenía. Muchos millones de norteamericanos comprendieron que el remedio que prometía Mitt Romney era peor que la enfermedad. De hecho, Obama no pudo salir bien parado del pantano que le dejaron los republicanos. Del peor momento de la historia económica que le habían dejado los ocho años desastrosos de George Bush.
Es cierto que no se atrevió a romper los moldes y que la Casa Blanca lo fue domesticando. Pero no todo está perdido. En algunos casos es como empezar de nuevo. Otra vez lo votaron mas las mujeres jóvenes latinas y pobres. Los que necesitan un estado que los contenga y que los ayude a conseguir trabajo y salud. No piden demasiado pero en estos tiempos de profunda crisis es como tocar el cielo con las manos. El desempleo llegó al 8% y eso no tiene antecedentes. La deuda pública equivale a todo su PBI y desde el 2009 la economía apenas crece al 1,2%
En aquel momento de gloria las remeras de los mas postergados idolatraban peligrosamente a Obama como si fuera una suerte de hombre de acero, “Obaman”. Hoy comprobaron que la realidad suele ser mas dura que la kryptonita.
Barack Obama si pudo encarnar un cambio cultural irreversible que enloquece a los amantes de la ultraderecha y el Ku Klux Klan. Cualquier chico negro hoy podrá soñar son ser presidente. Antes de Obama su máxima aspiración era subirse a un ring en el Madison Square Garden, tirar para tres en la NBA o llenarse de cadenas de oro como cantante de rap. Eso no tiene vuelta atrás. Los mas trogloditas republicanos plantearon una consigna terrible: había que permitir que Dios volviera a regir los destinos de los Estados Unidos porque hasta ahora estaban en manos del diablo.
Estamos hablando de una nación multitudinaria, de dimensiones continentales , diversa como ninguna, que es capaz de producir las contradicciones mas inexplicables que quedan expresadas en dos personas tan antagónicas como Bush y Obama o como Kennedy y Reagan. Por eso , también es el país en el que mas presidentes en ejercicio fueron asesinados.
Pero Obama tiene muchas cosas a su favor. Una cabeza privilegiada estructurada no solamente en los saberes tradicionales de la universidad de Columbia y Harvard, donde estudió. Ademas está atravesada por su cultura de las nuevas tecnologías y por sus distintas miradas producto de sus diversas experiencias de vida. En Honolulu creció con la flexibilidad polinesia de los hawaianos, en Yakarta aprendió a convivir con su padrastro musulman, de la misma religión que su abuelo, se hizo amigo de los indonesios mas pobres con los que aprendió a comer perro, serpientes, grillos asados y otros manjares similares y en Chicago los barrios mas marginales y violentos de negros y mexicanos fueron forjando su personalidad como líder comuniatario.
Se alimentó del color y el coraje de su padre y abuelos africanos de una tribu de Kenia, de Ann, la rigurosidad blanca de su madre de origen irlandes y aprendió a ser formal y cortés en el senado de Washington. Y endureció su carácter, llenó de canas blancas su cabeza negra y chocó contra los límites del poder permanente en la presidencia. A sus 51 años, hoy tiene otra oportunidad: cuatro años mas.
El pueblo mas pobre y mas discriminado le renovó la confianza. Rezan para que sea cierta esa frase que dijo que lo mejor todavía esta por llegar. Todos recuerdan en sus corazones aquella consigna que decía “Si, podemos”. Ahora saben que todo es mas difícil de lo imaginado y dicen: “Ver para creer”. Y Obama sabe que tiene cuatro años mas para concretarlo. No hizo mucho pero la vida le dio revancha. Igual que en el mayo francés, Obama sabe que tiene que ser realista y hacer lo imposible.