La sombra de Trump
La Alt-Right o Derecha Alternativa, pregonera de la supremacía blanca, ha ganado terreno en la Casa Blanca gracias a la designación de Steve Bannon como jefe de estrategia y miembro permanente del Consejo de Seguridad Nacional
El provocador de ultraderecha Milo Yiannopoulos iba a dar una conferencia en la Universidad de California en Berkeley, San Francisco. Debieron cancelarla por violentas protestas de los estudiantes. Apenas se enteró, Donald Trump disparó desde Twitter: “Si la UC (Universidad de California) Berkeley no permite la libertad de expresión y ejerce la violencia contra personas inocentes que tienen puntos de vista diferentes, no habrá fondos federales”. Escribió en mayúsculas lo último, “no habrá fondos federales”, de modo de reforzar la amenaza. Traducido: no toquen a Alt-Right (Derecha Alternativa) o lo pagarán caro, carísimo.
¿Qué llevó al presidente de los Estados Unidos a salir en defensa del periodista británico Yiannopoulos, editor de tecnología del sitio de extrema derecha Breitbart News? El insoslayable influjo de su ex director ejecutivo, Steve Bannon, ahora jefe de estrategia de la Casa Blanca. El poder detrás del poder o, quizás, el arquitecto del caos. La sombra de Trump, más allá de que desde su arribo a Washington se haya despachado con igual vehemencia que su jefe contra la prensa. La tildó de “partido de la oposición” y la instó a “callarse la boca” en su afanosa cruzada contra las presuntas fake news (noticias falsas).
Bannon es el cerebro de Alt-Right, la nueva extrema derecha nacionalista. Desde la oscuridad, en la cual se siente cómodo, se define como el Darth Vader de Trump, así como el vicepresidente Dick Cheney y el consejero Karl Rove pudieron serlo de George W. Bush. “La oscuridad es buena: Dick Cheney, Darth Vader, Satán; eso es el poder”, asegura. En la campaña electoral, Hillary Clinton criticó el vínculo de Trump “con la ideología racista emergente conocida como Alt-Right”. Le dio crédito ante el temor de que controlara el Partido Republicano. No ocurrió eso: Alt-Right, con Bannon a la cabeza, controla la Casa Blanca.
La extrema derecha europea, convocada para unir músculo en la ciudad alemana de Coblenza por el partido Alternativa para Alemania, le dio la bienvenida. Con Trump y el Brexit como inspiradores, Marine Le Pen, del Frente Nacional de Francia, anunció "el despertar de los pueblos de Europa central, una nueva era", y Geert Wilders, del Partido por la Libertad de Holanda, vislumbró “una primavera patriótica", la de "la revolución que liberará a los pueblos europeos del autoritarismo de Bruselas" y les permitirá recuperar el poder y su destino. "Ayer, una nueva América; hoy, Coblenza, y mañana, una nueva Europa", aventuró.
En esa nueva Europa, Bannon cultiva desde 2014 una entrañable amistad con el cardenal Raymond Burke, crítico del Papa dentro del Vaticano. Burke rechazó la decisión de Francisco de exigirle la renuncia al líder de la Orden de los Caballeros de Malta, llamado a sí mismo “Su más eminente alteza el príncipe y gran maestro”, Matthew Festing, de Gran Bretaña. Coincide con Bannon en ver al Papa como “socialista”, sinónimo de enemigo, y al islam como una amenaza contra los valores cristianos de Occidente. Confirman de ese modo la teoría sobre el choque de civilizaciones de Samuel Huntington, formulada en 1993.
Trump, dos veces divorciado, lejos está de la jerarquía católica, pero Bannon no deja de sumar para la causa. Está convencido de que el mundo es presa de una guerra religiosa alentada por el “fascismo islámico”. El veto migratorio contra siete países musulmanes, así como otras medidas de Trump, lleva la letra y la música de Alt-Right, algo así como el Tea Party recargado. También lleva su letra y su música el discurso contra las elites políticas y financieras, enemigas de la clase trabajadora. El resentimiento contra Wall Street, aunque Bannon haya prestado servicios en Goldman Sachs, y contra los partidos tradicionales, incluido el republicano, surge de una perturbadora conciencia de clase.
Alt-Right representa “un conjunto de ideologías de extrema derecha”. Cree en “la identidad de la raza blanca” o la supremacía blanca, víctima de “fuerzas multiculturales” que utilizan a su antojo las ideas de “la corrección política” y de “la justicia social” para degradarla. Sus miembros detestan la globalización, abrazan el aislacionismo y comulgan con la vuelta de la religión católica al ciclo previo al Concilio Vaticano II. No aceptan el control de las armas ni a los homosexuales, más allá de que la conferencia cancelada de Yiannopoulos, gay confeso, fuera parte del promocionado Dangerous Faggot Tour (Gira del Maricón Peligroso).
Tres vertientes abrevan en Alt-Right, según Yiannopoulos: los intelectuales, los conservadores naturales y el equipo meme (proclive al ciberacoso). El presidente Bannon o el provocador político en jefe, como lo llaman, se siente “Thomas Cromwell en la corte de los Tudor”, comparándose con el mentor de Inglaterra después de la Reforma. Cromwell era el consejero del rey Enrique VIII. Por decisión de Trump, Bannon está a la altura de los secretarios de Defensa y de Estado como miembro permanente del Consejo de Seguridad Nacional, cargo nunca antes ocupado por un político. Una bomba de tiempo si convence a Trump de declarar una guerra con la celeridad con la que logró que firmara el veto migratorio.
Publicado en Télam, 9 de febrero de 2017
@JorgeEliasInter | @Elinterin
Suscríbase a El Ínterin