Los gorilas tienen pelos
Señor oyente, quiero actuar en legítima defensa. Quiero ejercer mis derechos de ciudadano. Mire, no me voy derechito a hacer una denuncia al INADI por discriminación porque confío mas en el piquete y en la protesta ciudadana.
Señor oyente, quiero actuar en legítima defensa. Quiero ejercer mis derechos de ciudadano. Mire, no me voy derechito a hacer una denuncia al INADI por discriminación porque confío mas en el piquete y en la protesta ciudadana. Hablo de defender la dignidad y la entereza de los pelados ante el ataque inexplicable de la señora Cristina en un alarde más de su tupida cabellera.
Su frase ofensiva arrojada por cadena nacional de “ese pelado” de la tapa del diario El País creo que merece una respuesta firme que ponga límites al avance autoritario sobre los que menos tienen… Sobre los que menos pelos tienen. Para arengar a las masas de calvos argentinos les digo: Arriba los pelados del mundo/ de pié los calvos sin par/ Agrupémonos todos/ en la lucha final/ cantando La Internacional. Con el puño en alto y con la frente mas alta y mas ancha todavía.
Es hora de salir a la calle Carlos Calvo y hacer escuchar nuestros gritos pelados. Pelear por una legislación igualitaria. Propongo un programa gubernamental llamado “Cabellera para todos y todas”. ¿O no hay mujeres que padecen nuestro mismo sufrimiento? ¿Quién conoce el calvario al que nos somete nuestra calva desde nuestra más tierna adolescencia? Primero miramos incrédulos el peine lleno de pelos. Esa angustia se instala cuando vemos las fotos de nuestros abuelos que también son pelados. Por parte de padre y de madre. La genética me condena. Ni le cuento a la hora de ver sobre nuestros hombros esas pelusas originales que luego se convertían en largos cabellos. En la universidad éramos revolucionarios de pelo largo sin fijador y denunciábamos los cables pelados del capitalismo.
Hoy ya no somos los extraños del pelo largo. Nos convertimos en los abuelos de la nada. O en agentes secretos porque somos machos pero de pelo en pecho.
Y en otros lugares más al sur también. Pero esta mirada autocrítica no habilita la autocracia que desde el poder nos maltrató. Hay que ponerle límites a los avances capilares de los que no soportan nuestras cabezas lustradas y adhieren a la teoría de la cabellera única. Ser pelado es un sentimiento, señora. Un sufrimiento profundo. Ser pelado no es de derecha ni de izquierda. Hay pelados en todos los rincones del planeta y de la ideología. Desde Lenin hasta Cavallo. Desde Telerman hasta el uruguayo Silva. Tenemos el apoyo de artistas como Carlín Calvo y de futbolistas como el Pampa Calvo. Señora, le ruego respete la pluralidad capilar, popular y democrática. Porque las peluquerías reciben nuestro subsidio por atender a los pelados de todo pelaje. Gastamos menos agua, menos electricidad con la maquinita y ese ahorro es nuestra contribución.
Esperamos que se valore. De lo contrario saldremos sin cacerolas pero con nuestras testas cubiertas con gorros y sombreros de todos los colores. ¿Conoce el desgarro que produce mirarse al espejo todas las mañanas? Comprobar que la tierra sembrada con el yuyito es cada vez menor. Que hay un campo arado. Que nuestras cabezas sufren una sequía permanente. Que en la cola del supermercado un empleado grita: “Del pelado ese al fondo vayan a la ventanilla 8 que se acaba de abrir. Del pelado para acá se quedan en la 7”. O las bromas terribles a las que nos someten las corporaciones peluqueras y los medios pelados hegemónicos. Basta de atacar al pelado.
Diego Golombek, uno de los más grandes científicos argentinos, investigador del Conicet pero sobre todas las cosas, pelado, escribió que en la Universidad de Tokio están reconstruyendo fulículos pilosos con células madre. Y que la están probando en ratones que parecen Marcelo Marcote en su mejor época, con flequillo beat y todo. No el de ahora, que lo digo con horror: Marcelo Marcote es pelado. Igual que Raúl Padovani y que mi viejo, viejo mi querido viejo. Ojalá esos ratones peludos se suban a nuestras cabezas. Ojalá podamos recuperar nuestra melena nacional. Peinarnos para atrás con gomina o cortarnos cortito o aunque sea ser canosos como Fernando Bravo. ¿Sabía usted señora Cristina que en la cabeza de todos los humanos hay unos 100 mil generadores de cabellos. Y que nosotros no llegamos ni a cien pelos sueltos. ¿Y si el INDEC nos cuenta los cabellos y disimulamos un poco? ¿Qué le parece? Nuestra organización Pelados para la Victoria tiene al Frente Capilar como nuestro grupo piquetero que no corta rutas ni cabellos. Estamos en contra de toda la farsa del relato de los bisoñes, los apliques, las pelucas, los transplantes y hasta de los entretejidos.
Nuestra sueño es un afrolook estilo el Negro Rada. Pero nuestro drama de aridez desértica es eterno. Sabemos que lo único que frena la caída del cabello es el suelo. Hace 3.500 años los egipcios propusieron una loción mágica para pelados. Se fabricaba con hierro, plomo, cebolla, miel, grasa de serpiente y de cocodrilo. Pero hace tiempo que en Argentina no se consigue. Dicen que hay insumos importados que Guillermo Moreno los tiene trabados en la Aduana. Moreno, viejo y peludo, nomás. Es que a la oportunidad, la pintan calva. Tampoco adhiero a la teoría de Hipócrates que se apoyaba en que ningún eunuco era pelado. Eso habla de nuestra virilidad, de la tetosterona que tenemos los pelados. La vitalidad que nos falta en un lado la tenemos en el otro.
Pero hay mucho pelado trucho. La AFIP debe revisar las sabiolas, las bochas, las capochetas. Ojo que tienen la cabeza que brilla como los azulejos recién lustrados. Pero no tienen un pelo de tonto. Se lo digo para que usted entienda señora, no critique a los pelados, son los gorilas los que tienen pelos y los muchachos peladitos, todos unidos triunfaremos y como siempre daremos un grito de corazón. Que papelón, que papelón...