Para la justicia argentina Menem es un santo. San Carlos de Anillaco fue absuelto de culpa y cargo en la causa por el contrabando agravado de 6.500 toneladas de armas de guerra a Croacia y Ecuador. Estamos hablando de un delito probado. De confesiones. De transferencias millonarias documentadas. La cantidad de testimonios y evidencias recolectadas certificaron que Carlos Menem algo había tenido que ver. El fiscal Mariano Borinsky, que acaba de ser designado juez, pidió 8 años de prisión para el ex presidente de la Nación y actual senador nacional aliado al gobierno kirchnerista. Pero 2 integrantes del tribunal, decidieron que no hay nada que reprocharle a Menem ni a ninguno de los 17 imputados restantes. Nada por aquí, nada por allá. Señoras y señores, aquí no ha pasado nada y a otra cosa mariposa. “Esto no lo vi en mi vida. ¿Estuve en otro juicio?”, dijo el fiscal que ahora va a apelar.

Y ojo que no quiero cargar las tintas sobre estos jueces. Estoy hablando de las debilidades de todo el sistema judicial. De un mecanismo que parece preparado para impartir injusticia, para desajustarse a derecho. Ya la corte de los milagros con la camiseta menemista había ordenado dejar otros posibles delitos de lado, la malversación de fondos públicos, el mal desempeño, la falsificación de documento.
En fin, no quiero entrar en cuestiones técnicas. Políticamente está claro que se desvió el destino previsto de esas armas porque los decretos insólitos hablaban de que iban para Panamá y Venezuela y terminaron en Croacia y Ecuador, hubo coimas y/o comisiones indebidas y hasta se mintió respecto de la cantidad de armas que se contrabandearon y las que decían los papeles oficiales. Es decir, todo trucho. No fueron a donde decían. La cantidad era muy superior. Y se cobró coima. ¿Qué mas hace falta para condenar a alguien?
Pero para la justicia argentina, Carlos Menem no tuvo nada que ver.
 
Tiene las manos limpias. Siempre fue un combatiente de la honestidad. Esta realidad refuerza la convicción de gran parte de la población de que hay dos tipos de justicia. Una para los poderosos y otra para el común de los mortales. Una para los que se enriquecen ilícitamente y otra para los ciudadanos respetables que no violan ni la luz roja del semáforo.

Le doy un dato. Desde 1983, todas las organizaciones no gubernamentales vinculadas a la lucha contra la corrupción, los periodistas de investigación de todos los pensamientos ideológicos y la opinión pública registra que hay una importante corrupción estructural, corrupción de estado. Sin embargo desde 1983 a la fecha, hace 28 años solo hubo tres personas condenadas por algún hecho ilícito realizado desde el poder: el concejal Juan Manuel Pico, María Julia y Víctor Alderete. No mucho más. Es decir que para la justicia argentina ocurre todo lo contrario. Es decir que en este país no hay corrupción. Ojo que no quiero generalizar porque el que generaliza discrimina.
 
Conozco dirigentes políticos honestos y capaces. Conozco jueces honestos y capaces, incluso creo que son la mayoría. Pero si en 28 años los únicos que pagaron el pato fueron 3 personas, significa que algo está fallando. Es que la justicia esta demasiado presionada por el poder político. Es que algunos jueces y fiscales no cumplen como deben su trabajo o que los que lo cumplen como Manuel Garrido o Pablo Lanusse, entre otros son expulsados por el sistema político y judicial. Así estamos. Por eso muchos corruptos de este y de otros gobiernos están festejando. Carlos Menem es honesto. Libre de culpa y cargo. Absuelto. No metió la mano en la lata.

Esa es una señal hacia la sociedad que dice que nos falta mucho para consolidar la democracia. Que nos faltan años para ser una verdadera republica. Se imagina como deben estar festejando Sergio Schoklender o Ricardo Jaime que por supuesto tampoco hicieron nada. ¿Schoklender y Jaime también van a ser absueltos libres de culpa y cargo? Es mas, tal vez la tortilla se empiece a dar vuelta y castiguen a los denunciantes. Y les den un premio a los denunciados.

Tal vez Schoklender y Jaime tengan que ir preparando el pecho para la medalla y el cuerpo para el monumento. Se lo merecen. ¿No le parece? Es cuestión de tiempo. Pero no quiero ser agorero ni portador de malas noticias. Anoche en la tele les dije que hay un buena noticia: señores, tenemos una Argentina transparente donde nadie roba. Título de tapa: no hay corrupción en nuestro país. Hay que celebrar. Eso merece un brindis: señores, levantemos las copas y que siga la joda.