El matrimonio político entre Néstor Kirchner y Hugo Moyano está atravesando algunas turbulencias. Ninguno come vidrio y por eso el dúo más poderoso de la Argentina mantiene firme su sociedad. Pero no pueden ocultar algunas tensiones producto de que la CGT empieza a verse a sí misma con mas autonomía y como la columna vertebral de un proyecto de país y no solo como compañeros de ruta de un sector denominado kirchnerismo. En la central obrera hay una mesa chica que funciona como abastecedora de lineamientos estratégicos que está leyendo de esta manera la actualidad:
no ven otro liderazgo que no sea el de Néstor y Cristina pero son concientes de que no pueden atar la suerte de los trabajadores solamente a dos políticos que, como cualquier hijo de vecino, pueden perder las elecciones dentro de un año y medio. En la intimidad dicen: “los políticos pasan, el movimiento obrero queda.

Están convencidos de que son propietarios de gran parte del éxito económico porque siempre apostaron a la producción y el trabajo y respaldaron a los Kirchner aún en la noche de la derrota del 28 de junio del año pasado cuando “casi todo el mundo había abandonado el barco”, según me confesó otro integrante del consejo directivo sindical. El secretario general de la CGT hablando de sí mismo parecía estar retratando a Néstor Kirchner cuando le preguntaron si pensaba eternizarse en su sillón: “No hay dirigentes que puedan ser eternos en un cargo. Para los cristianos el único eterno es Jesús. Y políticamente, los únicos eternos son Perón y Evita. Todos cumplimos un ciclo y el que cree que es eterno está equivocado”. Este es el telón ideológico en el que se han proyectado los chisporroteos públicos: el reclamo de un aumento salarial del 31% para los camioneros, la exigencia de que de una vez por todas se anuncie el aumento del mínimo no imponible para que los trabajadores dejen de pagar el impuesto a las ganancias, el convencimiento (mas por olfato que por información) de que Kirchner está fogoneando la investigación judicial sobre la participación del Sindicato de Camioneros en el tema de la mafia de los medicamentos y la batalla a cara descubierta y con misiles que libran Moyano y Daniel Hadad por el predio del Club Comunicaciones.

Hugo Moyano cree que los medios de Hadad se han convertido para él en enemigos tan peligrosos como el grupo Clarín. No solamente porque utilizan como volanta “Desborde sindical” ante cada discusión paritaria. Pese a la excelente relación política y de negocios entre Kirchner y Hadad, el líder de los camioneros fue muy duro en la revista Debate:” Que no me chantajee por radio. Me castigan a mi y a mi hijo Facundo. Yo quiero que el club siga cumpliendo su rol social y Hadad quiere llevar los festivales de rock que ya no se pueden hacer en River. Acá hay que hacer un ejercicio de memoria sobre este hombre. Hay que recordar como se apropió de su radio, por ejemplo, durante el menemismo.” Epa, epa. ¿Qué dirá el santo padre Kirchner que vive no en Roma sino en Olivos? Se trata de un conflicto entre dos pesos pesados que juegan fuerte y que han colaborado fuertemente a consolidar el poder del oficialismo. ¿Cómo terminará este debate? ¿De que lado estará Diego Gvirtz, el comisario político bancado con fortunas que aportan todos los argentinos y dirigido a control remoto desde Olivos? Menos pregunta Dios y perdona.