La impunidad es una palabra asesina que sigue asesinando a 85 argentinos. Esa impunidad hoy cumplió 19 años. Estamos hablando del asesinato masivo más grande cometido por el terrorismo en toda la historia de nuestro país. Nunca habían muerto tantos argentinos en un atentado. Trescientos kilogramos de amonal hicieron explotar el edificio de la AMIA por los aires y dejaron en nuestro corazón un agujero negro imposible de llenar. La muerte, el luto, el desgarro y la absoluta falta de justicia para que 85 argentinos sigan muriendo con sus tumbas abiertas y no puedan descansar en paz.

El mundo se vino abajo. El edificio estalló en mil pedazos, la muerte se apoderó de todo y en un abrir y cerrar de ojos, todo se terminó. Detrás del humo, las cenizas y los escombros apareció la nada. El vacío del alma y de los expedientes que en tribunales tienen miles de folios y ni una sola verdad. No hay monumento más terrible a la intolerancia y el fanatismo que ese agujero negro que se abrió en Pasteur 633. Es la máxima obra de los que odian a sus semejantes.

Por eso no hay otra salida que seguir el camino bíblico que dice justicia, justicia perseguirás. Luchar cada minuto para conseguir justicia para los vivos y paz para los muertos. Paz y Justicia. Castigo y condena. Hay que mantener activa la memoria porque sin memoria hay olvido y el olvido es el primer paso hacia la impunidad que acaba de cumplir 19 años, exactamente a las 9 horas y 53 minutos. Y ya se sabe que la impunidad es una tragedia que vuelve. No se olviden de la AMIA es una buena consigna pero es casi un ruego.

Para que todos recuperemos la respiración y dejemos de vivir en peligro. Para que nunca más el terrorismo mate 85 argentinos. Hoy causó mucha indignación la ausencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y flotó por el aire la bronca por ese pacto nefasto, tenebroso e incomprensible que el canciller Héctor Timerman firmó con Irán. Hoy el reclamo fue también que Irán deje de burlarse de la justicia y que Venezuela y Bolivia dejen de ser pistas de aterrizaje del fundamentalismo terrorista en América Latina. Para que Luis D’Elía deje de ser una suerte vocero iraní y canciller paralelo.

Irán es un país que se enorgullece del uso bélico de la energía nuclear y que quiere borrar al estado de Israel de la faz de la tierra porque niega la existencia del holocausto, la Shoa, la degradación mas grande que tuvo la humanidad que fue el nazismo y el genocidio de 6 millones de personas en los campos de concentración y las cámaras de gas.

En su momento, Laura Ginsberg, una luchadora incansable e insobornable contra la impunidad y por la verdad y la justicia, definió el pacto con Irán como una vergüenza, como el punto final para la causa que fue un acto de terrorismo de estado en plena democracia.
Héctor Timerman quedará grabado en la historia como el responsable de haber sido el ejecutor, el autor material de este crimen de lesa impunidad. De esta “alta traición al pueblo hebreo y al pueblo argentino”, según las palabras de su ex amiga y ex jefa política, Elisa Carrió. Esta mañana, Sofía Guterman, mama de Andrea que murió en el atentado fue especialmente crítica de Timerman. El presidente de la Amia aseguró que el memorando es “inconstitucional y contraproducente”. Lo dije en otra ocasión: un canciller no judío no se hubiera atrevido a tanto.

Hoy todos rogaron y algunos rezaron para que pague hasta el último culpable.

Para que llorar no se vuelve una costumbre. Para que las velas alumbren la oscuridad del crimen de lesa humanidad, de los países que fomentan el terrorismo, de la conexión local, del encubrimiento de estado. Para que nunca más.

Para que solo pidamos la muerte de la muerte para toda la vida. Hasta que cierren las heridas que todavía están abiertas. Hasta que se cierren las tumbas. Hasta que se abra la verdad.