Y las vuvuzelas callaron
Después de un agradable viaje de poco menos de una hora desde Johannesburgo por la Autopista N1, una de las más importantes de toda Sudáfrica, llegamos a la hermosa y tranquila ciudad de Pretoria para presenciar el juego entre Sudáfrica y Uruguay.
Después de un agradable viaje de poco menos de una hora desde Johannesburgo por la Autopista N1, una de las más importantes de toda Sudáfrica, llegamos a la hermosa y tranquila ciudad de Pretoria para presenciar el juego entre Sudáfrica y Uruguay.
Cuando nos faltaban cerca de tres cuadras para llegar al estadio el ambiente era bastante tranquilo, de hecho nos pareció muy raro tanta calma por parte de los hinchas del equipo local. Pero, cuando estuvimos sobre la misma avenida donde se encuentra el estadio Loftus Versfeld, el panorama cambio muchísimo. El ruido ya familiar para todos los que estamos en este país de las famosas vuvuzelas, que ya pasan a ser pan de cada minuto del día (suenan en cualquier lugar, en cualquier esquina y a cualquier hora…), nos dejaba en claro que los que jugaban hoy eran los Bafana Bafana.
Afortunadamente para quien escribe, un grupo de hinchas uruguayos cantaban temas ya conocidos por estos oídos y saltaban sin parar justo enfrente de una gran cantidad de hinchas sudafricanos, felizmente en paz y sin ningún tipo de problema.
La esquina de la calle Park Street que justo da sobre la entrada principal al estadio, estaba llenísima de hinchas, tanto de la selección local como de seguidores de La Celeste. Ahí estuvimos un buen rato, tomando fotos y videos hasta que el frío, que no fue tan gélido como el de la noche anterior pero igual incomodaba, nos obligó a entrar al centro de prensa.
Ya a la hora de ingresar al lindo estadio de Pretoria, el ruido ensordecedor de las vuvuzelas se escuchaba desde afuera, así que sin dudarlo junto con mi colega nos pusimos tapones para los oídos, ya que sabíamos lo que sería estar en la tribuna de prensa rodeados de miles de trompetas, sonando y sonando sin parar.
La fiesta en la tribuna era espectacular, los uruguayos con su famoso “!Soy celeste, soy celeste, celeste soy yo!!!...” y los sudafricanos con su famosa canción Shosholoza, que es un himno de estas tierras y que ellos la cantan antes, durante y después de los partidos, en mi opinión, es una canción bastante agradable.
Los makarapa, sombreros típicos sudafricanos hechos a mano, daban un colorido a las tribunas, el amarillo resaltaba en todas ellas aunque en varios sectores se veían manchones celestes de los cientos de hinchas uruguayos que viajaron para alentar a su selección.
Al final, Uruguay ganó un merecido partido, sus seguidores celebraron hasta el amanecer en los alrededores del estadio y por el lado de los sudafricanos, las vuvuzelas por fin callaron, pero eso no hizo que la alegría que les hemos conocido desde que llegamos a este país a esta maravillosa gente se terminara…
Por Daniel Dionisi