Las novelas del mercado de pases que sólo tienen un final feliz para los representantes
Cada vez que se abre la posibilidad de incorporar futbolistas, se arman historias de eternos idas y vueltas entre clubes y futbolistas que incluso pueden repetirse con correr de los años. Los ganadores y los perdedores son siempre los mismos.
Una "novela" de mercado de pases, es aquel tironeo entre un club y un futbolista, teóricamente como consecuencia del interés de la institución por incorporar al profesional en cuestión. Pero -alerta spoiler-, en estas novelas el final siempre es el mismo: los clubes pierden por goleada y los representantes ganan muchísimo.
Durante largo tiempo los futbolistas estuvieron muy desprotegidos ante los intereses de los clubes, que se erigían poderosos y hacían lo que querían con ellos, incluso violando normas laborales básicas. Entre los años 70' y 80' esa cuestión se corrigió de a poco y actualmente la taba se dio vuelta.
Hoy, los clubes, que en nuestro país son todavía asociaciones civiles mantenidas por el aporte de la masa societaria, están en un total estado de indefensión ante la voluntad de los jugadores y, fundamentalmente, los representantes. Esas figuras que surgieron como intermediarios para la protección de los derechos de los profesionales hoy dominan a placer a los propios jugadores, a los clubes y muchas veces también a los medios de comunicación.
Novelas de verano ha habido millones. Basta recordar pujas entre Boca y River por jugadores cuyo nivel posterior demostró que tanta batalla era un poco absurda, como el caso de Walter Montoya o lo sucedido más recientemente con Facundo Farías. El pibe de Colón es una de las grandes joyas del fútbol argentino y tanto el Millonario como el Xeneize se lo disputaron.
Pero las constantes declaraciones cruzadas de su representante Martín Sendoa, que estuvo excesivamente presente en los medios de comunicación, terminaron conspirando contra el propio jugador. Los clubes se desencantaron por sus manejos y hasta los hinchas comenzaron a rechazar la contratación de un delantero cuyas cualidades técnicas son visiblemente destacadas.
El caso de Iván Marcone con Independiente también es sumamente icónico. Cada vez que se menciona el nombre de Marcone, el equipo de Avellaneda se ensucia un poco más. Queda desairado y desautorizado ante la imposibilidad de incorporar a un volante central suplente de un equipo que pelea el descenso en España, que encima insinúa públicamente intenciones de llegar al club mientras por detrás pone condiciones incumplibles para realizar su pase.
Además de perder tiempo y recursos en una operación respecto de la cual una parte no tiene ningún tipo de interés real en que avance, la institución pierde prestigio: ¿si no puede incorporar a un jugador de flojo presente que dice que se muere por llegar, a quién puede traer?
El único propósito de la "novela" parece ser mantener en boga el nombre de un futbolista que desde el 2018, año en el que se fue del Cruz Azul, ha tenido rendimientos mucho más negativos que positivos. En términos sencillos, se usa a un club y el supuesto cariño por él para "mover" y "mostrar" a alguien en el mercado.
Lo sucedido este martes corrobora lo planteado. Eduardo Domínguez, el entrenador del Rojo, cansado de escuchar el nombre del ex Arsenal, dijo en conferencia de prensa que él, en sus tiempos de jugador, eligió donde quería jugar: "Me bajé cinco veces el sueldo para retirarme en Huracán que estaba en la B Nacional". Obviamente, dio a entender que Marcone no plantea ese tipo de condiciones para una negociación.
Lo que podría asimilarse como un golpe para un jugador por los dichos contundentes, es en realidad el beneficio buscado con toda la situación. Su representante, el llamativamente todopoderoso Christian Bragarnik, pudo hacer su aparición mediática para "defender" al jugador y mantenerlo en el foco mediático que por sus pobres actuaciones en la cancha no podría tener de ningún modo. Otra vez ganó el mismo de siempre.
Las "novelas" perduran porque en los medios se les da lugar. Y se les da lugar porque hay quienes las consumen. Si usted, estimado lector, está tan aburrido como quien escribe estas líneas de la película en la que siempre ganan los mismos, simplemente no les de valor.
En un recordado episodio de la galardonada serie "Los Simpsons", algunos carteles publicitarios cobran vida para destruir la ciudad de Springfield. Lisa encuentra la solución: no hay peor paliza para quién reclama desesperadamente atención que se irgnorado. El remedio fue contundente, una canción con la ayuda de Paul Anka: "Just don´t look (Simplemente no mires)".