La polémica por el arbitraje de Patricio Loustau en la caída en el superclásico con Boca (0-2), los gritos de Daniel Passarella en la AFA, la marcha de los hinchas, la promoción como realidad concreta tras la victoria de Olimpo... todo se condensó en los minutos iniciales del partido de River ante San Lorenzo.

En el campo, la tensión se tradujo en las continuas imprecisiones de los jugadores riverplatenses; en el ambiente, en un silencio espeso, como a la espera de un error o de una tragedia (acentuado por alguna indecisión de Juan Pablo Carrizo, como si le pesara todavía el gol en contra que se hizo contra Boca).

Fue Ortigoza el que mejor leyó el clima en ese lapso, haciéndose dueño del mediocampo y la pelota, marcando el camino.

Pero este San Lorenzo, que Tojo sí que Tojo no, que Asad sí que Asad no, que línea de cuatro que línea de tres, en permanente crisis de identidad (aun cuando la conducción estaba a cargo de Ramón Díaz), no resultó esta tarde-noche un equipo capaz de aprovechar el nerviosismo ni las flaquezas de su rival.

Y la intrascendencia de uno fue la tranquilidad de otro.

River se afianzó en la personalidad de Erik Lamela (también una síntesis), equilibró el trámite y finalmente sacó ventaja: Lamela se la dio a Pavone, el delantero envió el centro desde la derecha, ya dentro del área, y Caruso mandó la pelota a la red con un taco exquisito.

El lujo, toda una incongruencia no ya en el partido sino en la coyuntura riverplatense, marcó la diferencia en el primer tiempo, porque San Lorenzo se repitió en el pelotazo frontal, siempre bien resuelto por la defensa del equipo de Juan José López.

River se replegó notoriamente en el inicio del segundo tiempo: le cedió la pelota a San Lorenzo y le puso sus fichas al contragolpe. El mensaje quedó más acentuado con las modificaciones: Velázquez y Giménez por Torres y Placente en San Lorenzo; el uruguayo Juan Manuel Díaz por el tucumano Pereyra en el conjunto local.

No fueron los cambios, sin embargo, lo que permitió el empate de los de Tojo, sino, otra vez, un groserísimo error de Carrizo: todos los malos augurios del inicio se hicieron carne a los 28m del segundo tiempo, cuando Jonatan Ferrari, a los cinco segundos de haber ingresado, sacó un zapatazo desde 35 metros que el arquero de River no supo resolver.

En vez de sacarla al corner, Carrizo quiso controlar y no hizo más que permitir el ingreso lento de la pelota al gol.

Los quince minutos finales fueron, otra vez, toda tensión: el "Negro" López siguió sin reaccionar desde el banco (o sin saber desdecirse del mensaje defensivo que había dado previamente), y San Lorenzo, otra vez, no encontró herramientas que le permitieran aprovechar el nerviosismo del local.

Fue 1 a 1, con un aceptable arbitraje de Pablo Lunati (esta vez el "Millonario" habrá de buscar explicaciones en errores propios).

A River le viene ahora un compromiso vital, de visitante contra Olimpo de Bahía Blanca, rival directo en la pelea de abajo.

Y no tendrá a Erik Lamela, que llegó a las cinco amonestaciones.

Síntesis:

River: Juan Pablo Carrizo; Leandro González Pírez, Alexis Ferrero y Adalberto Román; Paulo Ferrari, Walter Acevedo, Ezequiel Cirigliano y Roberto Pereyra; Erik Lamela; Leandro Caruso y Mariano Pavone. DT: Juan José López.

San Lorenzo: Pablo Migliore; Sebastián Luna, Cristian Tula, Jonathan Bottinelli y Diego Placente; Juan Manuel Torres, Néstor Ortigoza y Guillermo Pereyra; Leandro Romagnoli; Juan Carlos Menseguez y Juan Manuel Salgueiro. DT: Miguel Ángel Tojo (interino).

Gol en el primer tiempo: 28’ Caruso (R).

Gol en el segundo tiempo: 29’ Jonathan Ferrari (SL).

Cambios en el segundo tiempo: 9’ Pablo Velázquez por Juan Manuel Torres (SL); 21’ Matías Giménez por Placente (SL); 28’ Juan Manuel Díaz por Roberto Pereyra (R) y Jonathan Ferrari por Guillermo Pereyra (SL), y 44’ Rogelio Funes Mori por González Pírez (R).

Incidencias: Segundo tiempo: 42’ expulsado Matías Giménez (SL), por falta violenta.

Amonestados: Acevedo (R); Ortigoza (SL).

Árbitro: Pablo Lunati.

Cancha: River.