En Estados Unidos, la derrota electoral de Barack Obama en las elecciones legislativas dejó en evidencia, entre otras cosas, la fortaleza del Tea Party, un movimiento ultra conservador, que surgió como una reacción al jefe de Estado norteamericano, a quien acusan de marxista.

En los comicios denominados “de mitad de término”, que se desarrollan en la mitad del mandato presidencial, se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes (Diputados), un tercio del Senado y varios gobernadores de distritos importantes.

“Todo el mundo esperaba este ‘voto castigo’; hasta los propios Republicanos reconocen la insatisfacción de los ciudadanos por un gobierno que no termina de atender las tremendas necesidades que creó la debacle económica”, afirmó el profesor de periodista de la Universidad Nacional de Florida y columnista del Diario El Cronista, Mario Diament.

Desde Miami, afirmó que (el sector más conservador de los Republinos) surgió “casi inmediatamente después de la elección –presidencial-; a comienzos de 2009 empezaron las demostraciones de su disconformidad no tanto con los resultados de las políticas de gobierno sino a lo Obama postulaba. Aseguraban que los nortemericanos estaban colocándose en los brazos del socialismo”.

Tea Party. “Este movimiento en sí es una bolsa de gatos, que reúne fuerzas muy disímiles con agendas e intereses muy diversos”, sostuvo Diament.

“Obama asumió en un estado que tiene pocos antecedentes, para tener una idea habría que remontarse en la crisis del ’29. Como consecuencia del desbarajuste hipotecario, la economía no termina de recobrarse; el factor inmobiliario es fundamental para poner en marcha este sistema, porque afecta el mercado de trabajo y la posibilidad real de una recuperación”, dijo.

Asimismo, aseguró que Obama reconoció en las últimas horas lo que parecía ser su mayor característica (positiva, si se quiere): la comunicación, que esta fue fallida.