De acuerdo a los datos oficiales, la rebelión en Ecuador dejó dos víctimas fatales y más de ochenta heridos.

El intento de golpe de Estado comenzó con la sublevación de policías, apoyados por militares, quienes protestaron por recortes en beneficios decidido por el Gobierno.

El presidente Rafael Correa permaneció retenido durante varias horas en un Hospital de Quito, después de ser agredido por la multitud cuando acudió a increparlas.

Todo finalizó cuando el mandatario fue rescatado por las Fuerzas Armadas tras un intercambio de fuego con los policías alzados, algunos de los cuales tenían ametralladoras, detalle peculiar para pensar en quiénes estaban detrás de la asonada.

“Este ha sido el día más duro de mi Gobierno”, declaró Correa a la multitud desde uno de los balcones de la sede presidencial.

Por Continental, el presidente del Partido Socialista Frente Amplio de Ecuador relató que el jefe de Estado “se estaba recuperando de una operación en la rodilla y fue llevado al hospital más cercano del Regimiento”.

En Magdalena Tempranísimo, Rafael Quintero denunció que la responsabilidad del golpe es de “una sociedad patriótica conducida por el ex golpista Lucio Gutiérrez. Fue una intentona de golpe de Estado desde la Policía Nacional”.