El Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, ha dicho que un nuevo “telón de acero” estaba descendiendo entre Rusia y Occidente.

Desde que Rusia tomo la decisión de invadir Ucrania en febrero, se desencadenó una revisión de las políticas de seguridad y defensa de Europa, condujo a la histórica expansión nórdica de la OTAN con miembros suecos y finlandeses, vio la imposición de sanciones severas a los bienes y servicios rusos y endureció el sentimiento antirruso en casi todo Occidente.

“En lo que se refiere a una cortina de hierro, prácticamente ya se está instalando”, dijo Lavrov. Y les recomendó a los países de occidente “que se comporten con cuidado” al relacionarse con Rusia.

Cabe mencionar que Moscú no ha tenido relaciones con la Unión Europea desde 2014, cuando Rusia anexó la península de Crimea.

El canciller también agregó que Moscú no confiaría ni en Washington ni en Bruselas “a partir de ahora”, dado que “la UE (Unión Europea) no está interesada en absoluto en comprender nuestros intereses. Solo le interesa lo que se ha decidido en Bruselas y lo que se decidió en Washington es lo que se decidió en Bruselas”.

Hay que remarcar que Estados Unidos y Canadá, que dependen mucho menos de Rusia como proveedor de energía que Europa, prohibieron todas las importaciones de petróleo ruso.

Sin embargo, la Unión Europea ha introducido solo un embargo gradual de petróleo como parte de sus sanciones a Moscú, aunque los líderes del Grupo de los Siete (G7) anunciaron el miércoles que habían acordado explorar un precio máximo para el petróleo ruso.

A partir de la guerra se creo una crisis alimentaria mundial, lo que disparó los precios de los cereales, los aceites de cocina, el combustible y los fertilizantes.

Rusia y Ucrania representan casi un tercio de los suministros mundiales de trigo, mientras que Rusia también es un exportador mundial clave de fertilizantes y Ucrania es un importante exportador de maíz y aceite de girasol.

Moscú dice que las sanciones occidentales en su contra son las culpables del empeoramiento de la situación alimentaria mundial.

A pesar de que las sanciones no se dirigen directamente a los cereales y fertilizantes rusos, las exportaciones de Rusia se han visto gravemente afectadas por la dificultad de organizar el envío, los seguros y la financiación.