Concluida la misa, que duró 30 minutos y en la que no hubo homilía, el Sumo Pontífice se hincó en su reclinatorio y oró durante unos minutos en la capilla al interior de ese centro educativo.



En esta ocasión no hubo funcionarios de primer nivel, ni empresarios, ni tampoco invitados "especiales".



El séquito papal está integrado aproximadamente por 24 colaboradores, entre cardenales, obispos, sacerdotes y elementos de seguridad coordinados por el jefe de la Gendarmería vaticana Domenico Giani.



Entre los cardenales que asistieron a la misa está el mexicano Javier Lozano Barragán y el canadiense Marco Marc Ouellet; también Guido Marini, encargado de la liturgia del Pontífice y el encargado de giras Alberto Gasbarri.



Por la tarde, se trasladará a la ciudad de Guanajuato, donde recibirá las llaves de la ciudad de manos del alcalde Edgar Castro y del gobernador Juan Manuel Oliva. Posteriormente, a bordo del Papamóvil, se trasladará de la glorieta Santa Fe hasta la Casa del Conde Rul, donde se reunirá con el presidente Felipe Calderón.



Más tarde, el Papa dirigirá un mensaje a los niños desde el balcón de ese edificio, en la Plaza de la Paz de la ciudad, antes de regresar por carretera a León.



Allí, el alcalde Ricardo Sheffield le hará entrega de las llaves de la ciudad en la Puerta del Milenio.



Durante su primera noche en México, Benedicto XVI cenó salmón, crema de espárragos y un poco de verduras.



En la mañana del sábado, un grupo de jóvenes se acercó hasta el Colegio Miraflores para cantarle Las Mañanitas y El Cielito Lindo.