La soberbia occidental que la lleva a fracasar en la imposición de su cultura
Sistemáticamente, los poderosos países occidentales, pretender imponer sus valores en naciones que tienen otros, ancestrales e inmutables y fracasan.
Las Naciones Unidas, que en realidad son las "Naciones Occidentales Unidas", encabezadas por los Estados Unidos, han tratado reiteradamente de imponer los valores de este lado del mundo en otros sitios del planeta, con costumbres ancestrales totalmente diferentes.
La experiencia afgana es una más, la última, pero no la única. Habitualmente los "derechos humanos" aparecen como excusa, son los derechos de los humanos de este lado, no de los humanos de aquel lado, que en muchos casos no los valoran, incluso no los desean.
Y dicha excusa se utiliza como "tapadera" de un fin casi siempre menos noble, el económico, el geopolítico o similar. En el caso de Afganistán, la necesidad norteamericana de dar respuesta ante sus propios ciudadanos, por los atentados del 11S. El entonces presidente George W. Bush, no podía decir "no se quien fue" o "no se que hacer", debía señalar un culpable de inmediato e invadirlo.
Tampoco era viable culpar solo a Osama Bin Laden (aunque personificar en un demonio siempre es buen recurso de propaganda), dado que no sabían donde encontrarlo, o establecer que "fue Al Qaeda", que estaba en tantos países que no se podía invadir a todos sin generar una guerra contra todo el mundo islámico. Afganistán e Irak era los culpables fáciles y de paso, a mover toda la maquinaria de producción para la defensa y reactivar la economía, como ya es costumbre.
Y allí fueron e invadieron, un país en medio oriente, con el fin de atacar a los culpables e imponer los "valores occidentales y cristianos" y los "derechos humanos" para que esto no vuelva a suceder.
Y no resultó, porque nunca resulta. Sea que se trate del petróleo en Kuwait, o la venganza en territorio afgano. Los norteamericanos estuvieron allí 20 años, establecieron un gobierno occidentalista, con pretensiones democráticas, y creyeron tener cierto éxito, por eso desconfiaron de la rápida respuesta talibán frente al retiro de sus tropas: miraron otra vez como ejemplo de ese éxito, lo que suelen lograr, la occidentalización de Kabul, la ciudad capital.
Pero Afganistán no es Kabul. Como Vietnam no era Saigón. El territorio es vasto, y cruzando la General Paz afgana, las mieles de la vida occidental y los "derechos humanos" no son aceptados, viven como sus tradiciones les indican, con un jefe tribal que impone el orden y la ley ancestral.
Un dato pudo haberles servido como anticipo de lo que podía pasar: el 90% de los conflictos de intereses, incluso durante la ocupación estadounidense, no se resolvieron conforme a sus nuevas leyes occidentales, sino que fueron dirimidos por los jefes tribales aplicando la sharía, la ley islámica, incluso, en la propia Kabul.
Fueron 20 años y no lograron casi nada, mas que muertos de ambos lados. Porque no es posible, los pueblos cambian sus costumbres, "evolucionan" de acuerdo a la mirada occidental, cuando están preparados para ello, nunca a los tiros, menos cuando los tiros vienen de un ejército invasor. La "democratización" no es un valor hasta que el pueblo así lo entiende.
Por eso (entro otras cosas también subestimadas), los talibanes avanzaron casi sin disparar hacia Kabul, porque el pueblo del Afganistán profundo los respaldó, los ocultó, los "dateó" sobre las actividades enemigas. Porque muchos, entre las propias autoridades y fuerzas armadas afganas auspiciadas por el ejército de ocupación, se "vendieron" a los talibanes, porque creen más en la cultura y las costumbres que profesan, que en las de los Estados Unidos.
Y también por eso, corren aviones para escapar de Kabul muchos afganos, porque son los que "compraron" la occidentalización, o fueron colaboracionistas con el ejército de ocupación por conveniencia y ahora temen las represalias, que de acuerdo a la ley islámica, por cierto que no son leves.
En las próximas invasiones, que vendrán claro, seguramente sería mejor analizar el discurso de los invasores, y cuanto de democracia y derechos humanos hay en sus intenciones, y cuanto de otros valores occidentales, menos loables.