Muamar el Gadafi acumula tropas en Trípoli para frenar el avance de los opositores libios, que ya estaban este viernes a sólo cuarenta kilómetros de la capital.

El mandatario protege la ciudad con las fuerzas del Ejército que todavía le son leales y mercenarios. Además, convocó a sus seguidores a defenderlo.

Para hoy se esperaba la movilización de miles de personas contra quien detenta el poder desde hace más de cuatro décadas.

La marcha se realiza en coincidencia con el viernes santo del Islam.

La población está aterrorizada y los medios de comunicación no pueden informar acerca de lo que sucede en Trípoli.

El presidente dijo que “todo está siendo comandado por jóvenes que consumen drogas alucinógenas”, bancados por Al Qaeda.

Les propuso rendirse y les prometió que, si se arrepienten, no serán perseguidos por la ley.

Los ciudadanos recibieron sus palabras con indignación y lo acusan de “carnicero” y “asesino”.

En el resto del mundo, crece la preocupación por el conflicto.

El presidente estadounidense, Barack Obama, llamó a sus pares francés, Nicolas Sarkozy, y de Gran Bretaña, David Cameron, para analizar una actuación conjunta y “posibles medidas multilaterales”.