La había pasado mal Angelito. Muy puteado después que en el Mundial 2014 una lesión lo dejó afuera de todo desde los cuartos. Muy sufrido. De un talento maravilloso, de una gambeta total, indescifrable, casi disparatada.

Pero esta vez se cargó la final al hombro. Los encaró a todos, recibió todo, debordó todo. Generó el primer gol, con el penal que le cometieron después de enganchar y entrar al área. Y convirtió el segundo, entrando a toda velocidad para empujar a la red.

El héroe del Maracaná, el que se la pasó por arriba a Alisson Beker para que la Selección Argentina iniciara este camino de recuperación extraordinario que concluyó en esta Copa.

Angelito cerró esa primera etapa de recuperación y ahora, se cargó al hombro una final contra el campeón vigente. Mientras estuvo en cancha, Francia no existió, merodeó por la cancha tratando de entender lo que iba a hacer el Fideo. Y no lo conseguía. Su ausencia cambio el partido.

Según Di María, este era su último partido con la Selección. Si así fuese, gracias Angelito, y perdón.