Italia: radiografía de la creación del campeón de Europa y su cambio de filosofía
Cómo se configuró el mejor equipo de la Eurocopa, a partir del cambio de paradigma en la Serie A y de un DT que se adaptó a las circunstancias. Por Juan Ignacio Minotti.
A mediados de 2018, Roberto Mancini, legendario jugador italiano que fue parte del plantel del Mundial de 1990, asumió como entrenador de la Azzurra. Era un técnico de experiencia, consagrado, que había conseguido ser campeón en tres equipos distintos en Italia, que había logrado obtener la Premier League en 2012 con el Manchester City, tras 44 años de sequía, pero que ya había dejado atrás sus mejores años.
De hecho, no le había ido del todo bien en su paso por el Zenit de Rusia, que había invertido fuerte en refuerzos como Leandro Paredes, Sebastián Driussi, Emiliano Rigoni, Emanuel Mammana y Matías Kranevitter. Su último título databa del año 2014: una Copa de Turquía con el Galatasaray.
Sin embargo, inició un cambio radical y se sumó a una revolución que ya había comenzado. Italia venía de un fracaso rotundo de la mano de Giampiero Ventura. No se clasificó al Mundial de Rusia 2018, dado que perdió en el repechaje ante Suecia. Un hecho puntual entre el entrenador y jugador en el encuentro de vuelta de esa serie aún es muy recordado.
El conjunto italiano había perdido el partido de ida 1 a 0 como visitante, por lo que debía ganar en Milán para clasificarse. Con el encuentro empatado, Ventura llamó a Daniele De Rossi, que estaba en el banco, para que ingrese. El histórico capitán de la Roma le contestó a los gritos que debía entrar Lorenzo Insigne o algún delantero para revertir la situación y no él, un volante central de marca. Todo, enfrente de todo el estadio y de las cámaras de televisión que captaron todo. De todos modos, el jugador que pasó por Boca ingresó, pero poco pudo hacer.
La historia del fútbol italiano se asocia a la disciplina defensiva y el orden táctico. El Inter del argentino Helenio Herrera, uno de los equipos más exitosos de todos los tiempos, terminó de afianzar una filosofía de juego que rápidamente se adoptó como propia. Incluso, en el auge de la liga italiana, en los años 80’ y principios de los 90’, los equipos utilizaban casi de forma unánime un particular esquema: 4-5-1, con un mezza punta, una especie de delantero, con gol, pero más rápido y desequilibrante que la clásica referencia de área, para sacar diferencia de contraataque.
Mancini asumió en un contexto complejo en el que aún quedaban grandes resabios de aquel estilo de juego. Todavía estaba latente la fórmula, muy asociada a la histórica, del equipo campeón del mundo de 2006, y el finalista de la Eurocopa 2012, que perdió ante España, también comulgaba con ese estilo tradicional.
Sin embargo, los mejores jugadores italianos empezaban a mostrar características distintas. Si bien los centrales de la Juventus, Giorgio Chiellini y Leonardo Bonucci, tienen un estilo fuerte y rocoso, los volantes con los que contaba el entrenador eran más de elaboración y de buen pie que de corte.
Además, y más allá de la hegemonía de la Juventus, que recién se rompió en la última temporada, empezaron a aparecer en la liga local equipos sorpresivos, que obtuvieron brillantes resultados con métodos de juego muy diferentes a los que solían reinar en ese país: el Napoli de Maurizio Sarri, que le peleó hasta el final un torneo a la Vecchia Signora, la Atalanta de Gian Piero Gasperini, que finalizó tres años seguidos en el tercer lugar y hasta el Sassuolo de Roberto De Zerbi, un equipo muy modesto que peleó dos años seguidos por ingresar a competencias europeas.
Mancini, un director técnico caracterizado por el pragmatismo, acompañó y potenció el cambio de paradigma. Italia se transformó en un equipo adaptable, ecléctico, pero que en caso de ser protagonista e imponer condiciones en el partido, elige la tenencia, las asociaciones y el buen trato de pelota a la concreción sin escalas de otros tiempos.
La Azurra se transformó y fue el equipo más goleador de la Eurocopa, con 13 tantos y el cuarto de mayor posesión de pelota, con un promedio del 54,7%, solo por detrás de España, Alemania y Países Bajos. Fue, además, el tercer equipo con más ocasiones claras creadas del torneo y el segundo que más pateó al arco. En contraposición, no figura ni entre los 15 primeros equipos que más despejes realizaron.
Los tiempos cambian y los equipos se adaptan, y más las selecciones, por muy contradictorio que parezca. Más allá de que cada técnico tiene miles de jugadores para elegir, ninguno quiere perderse a los mejores futbolistas de su camada.
Hoy por hoy, y sobre todo a partir de la hiperglobalización actual, es cada vez más frecuente que jugadores adopten características de países ajenos al propio ya sea de manera inconsciente o consciente, en la búsqueda de modificar la historia.