Histórico fallo: por primera vez, condenaron a 3 penitenciarios federales por torturas a presos
Fueron condenados a penas de entre 2 años y medio y 9 años y medio por brutales "golpes de puño, bastonazos, patadas, quemaduras y otros métodos de tortura", dijo Carlos Acosta.
Por un caso de torturas ocurrido en 2011 en el penal de Marcos Paz, tres agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF) fueron condenados a penas de hasta nueve años y medio de prisión. La sentencia del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín recayó sobre Juan Pablo Martínez, a quien le aplicaron nueve años y medio de cárcel, y sobre Roberto Fernando Cóceres y Víctor Guillermo Meza, condenados a ocho años y medio.
Los tres fueron hallados culpables de haber “brutalmente torturado” al detenido Brian Núñez, de 24 años, quien recibió “golpes de puño, bastonazos, patadas, quemaduras y otros métodos de tortura”, según dejó sentado en su alegato final el fiscal Marcelo García Berro. De los tres condenados a penas de cárcel efectiva –hubo absoluciones y condenas ‘en suspenso’, sin aplicación práctica–, sólo están detenidos Cóceres y Martínez, mientras que Meza, que llegó al juicio en libertad, seguirá en esa situación –con prohibición de salir del país– hasta que el fallo quede firme.
Juan José Mancel, otro de los penitenciarios procesados, no irá a prisión porque su condena fue de dos años y medio “en suspenso”, por no haber denunciado a sus compañeros pese a saber que habían torturado a Núñez. El tribunal dictó la inhabilitación absoluta y perpetua para ejercer cargos públicos a los cuatro condenados. Los agentes absueltos fueron Juan Fernando Morinigo y Ede Martín Vallejos, acusados por “omisión de denuncia”, y Javier Enrique Andrada, imputado por “torturas agravadas”. Andrada recuperó ayer su libertad, dado que llegó detenido al proceso.
Por Continental, Carlos Acosta, director legal y penal de la Procuración Penitenciaria, explicó que "El valor histórico de esto tiene que ver con que en un sistema democrático no se pueden productir este tipo de hechos. La violencia dentro de los internados es un mal del sistema argentino, pero también internacionalmente. Un preso debe tener su salud y su integridad aseguradas. Los torturadores suelen no dejar huellas en estos casos, aquí dejaron huellas brutales y en gran cantidad", puntualizó en La Mirada Despierta.